Mentes criminales

La pantalla del celular indica número desconocido, pero Manuel R. lo responde. Atiende casi sin mirar: espera ansiosamente una respuesta a su solicitud de crédito hipotecario. Cuando Manuel R. cuelgue la se gunda llamada tendrá que tragar grueso. Pensará que alguien debería documentar la proliferación de tracalerías desatada en Venezuela desde que el régimen de Chávez echó a andar al ritmo de la flauta que convoca las ratas. Desde luego, las viejas mañas gozan de excelente salud y están en plena actividad, pero cada día tenemos noticias de nuevas modalidades delictivas, todas auspiciadas y protegidas por el Gobierno que, al hacerse de la vista gorda, acolita la criminalidad. Cada ministerio, instituto autónomo o empresa estatizada exhibe sus propias manifestaciones de trajín; de manera que quien emprenda la tarea de consignar el atlas de malandrería de los tiempos de Chávez tendrá material de sobra, desde los grandes negociados de donde ha emergido la chavoburguesía hasta la morralla que trafica con pequeñas influencias, pasando por el delito organizado con ribetes tecnológicos... como el que le tocó lidiar a Manuel R. La voz se identifica como em pleado de cierto banco de Venezuela. Le dice que su crédito amparado por la Ley de Política Habitacional ha sido aprobado. Manuel R. suelta un suspiro de alivio y empieza a dar las gracias aludiendo al interlocutor como hermano. ÂPero no los 580.000 bolívares que usted ha pedido Âlo interrumpe la voz sino sólo 280.000. Manuel R. saca una cuenta rá pida, el plazo para concluir el pago de la cuota inicial del apartamento está a punto de vencerse. De hecho, la espera por la respuesta del banco se ha prolongado más de lo prometido y está en el límite. Bueno, qué más le queda, acepta la suma que le ofrecen. Cuelga. Aferra el volante y estira los bra zos. Mueve el cuello como quien padece una corbata apretada. No es el caso, lleva una franela holgada. Está nervioso y concentrado en afanosos cálculos cuando el teléfono vuelve a sonar. Otra vez, número desconocido. Pero la voz es otra. Le dicen que su crédito está aprobado en su totalidad. Le piden su correo electrónico y le envían, desde una dirección no reply esto es, que no se puede contestar la comunicación porque se trata de...

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