Todo 4 tiene su 11

Hay que aceptarlo, los sucesos de abril de 2002, conocidos como el Carmonazo, son una mancha en la historia contemporánea de Venezuela, tan gris y triste como el Chavazo, la intentona militar de febrero de 1992. Porque, aunque existen grandes diferencias entre uno y otro, ambos representan una violación flagrante de la Constitución y el intento de una minoría de hacerse con el poder sin la consulta popular o los procesos legales que toda democracia exige. Hay dos escenas rotundas. Una, 1992, la de un tanque de guerra intentando inútilmente derribar las puertas del Palacio de Miraflores para entrar a masacrar a un presidente democráticamente elegido, y otra, en 2002, la de un dirigente empresarial, en el mismo lugar, juramentándose a sí mismo como Presidente de la República, sin la presencia de ningún otro poder constituido, mientras un civil arrogante se pasea a sus espaldas con un arma de guerra en el hombro. Ambas son humillantes. La primera, porque anuncia lo que ha ocurrido: el regreso a la escena política venezolana de la fuerza bruta como fundamento del gobierno. La segunda, porque vino a reforzar las tesis chavistas de que en Venezuela existían unas élites acostumbradas a ejercer el poder por encima de las leyes y la voluntad popular. También son una traición. La de la logia comandada por Hugo Chávez fue una violación del juramento de honor que hacen los militares en cualquier sistema democrático de poner las armas al servicio de la nación y no de una minoría que caprichosamente quiere decidir el destino del país. La del pequeño grupo de empresarios, sacerdotes y activistas políticos representada por Pedro Carmona, porque le quitó la voz a un inmenso, diverso y multitudinario movimiento de masas decidido a hacer renunciar a un Presidente autoritario, se apropió de su fuerza, lo sacó de la calle y lo sustituyó, también autori tariamente, por una junta de gobierno que no fue consultada ni siquiera con todos los movimientos políticos involucrados en la protesta. Los hemos pagado caro. El primer hecho, el golpe del 92, porque de allí surgió el liderazgo...

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