Risoluciones

SC reo que fueron Jean Maninat y Carlos Raúl Hernández los primeros venezolanos que, desde la izquierda y que yo sepa, decidieron expresar públicamente lo que muchos pensábamos y nunca nos atrevimos a desembuchar: que el Manifiesto Comunista era algo menos que una idiotez, una trampa cazabobos de estacas ideológicas armada por Carlos Marx y Federico Engels, en 1848, a petición de la Liga Comunista, que, en este patio y a esas alturas del partido, mediados de los años 70 del pasado siglo, ya no servía sino para que siguiera abrevando en sus bolserías ese revolucionario al que, años después, Plinio Apuleyo Mendoza, Álvaro Vargas Llosa y Carlos Alberto Montaner bautizaron como perfecto idiota latinoamericano, un espécimen que está lejos de extinguirse y, por el contrario, pareciera haber repotenciado su recalcitrante fanatismo con la aparición de esa anomalía histórica que, bajo el apelativo de socialismo del siglo XXI, esconde lo que Ibsen Martínez podría considerar producto del bolivariano flagelo del militarismo.Aunque el juicio de Jean y Carlos Raúl se produjo cuando ya Teodoro Petkoff había publicado Checoeslovaquia, el socialis mo como problema y Socialismo para Venezuela , dos esclarecedo res ensayos sobre la realidad de un sistema a tal punto decadente que se le veían no sólo las costuras, sino los parches, los remiendos y hasta el zurcido invisible con que la burocracia soviética intentaba a toda costa preservar un insostenible régimen que de dicaba 25% de su presupuesto a gastos militares y cuyos satélites pretendían gravitar en órbitas excéntricas, hubo quienes los trogloditas del PCV a la cabeza lo tildaron de provocación; pero, a la luz de lo que se cocinó en los hornos del PSUV durante su muy publicitado tercer congreso, el mismo nos viene que ni pintado al momento de evaluar las conclusiones de este evento.Se cuenta que un estudioso de nuestra historia pasó años pregonando que escribía lo que sería la biografía definitiva de Simón Bolívar; cuando por fin el libro prometido se publicó, Mariano Picón Salas habría comentado que, en vez de un Bolívar, el autor nos entregó un mediecito.Algo similar ha ocurrido con lo que, suponíamos, iba ser punto de inflexión para impulsar una revolución en la revolución y no pasó de ser un rutinario encuentro de paniaguados para darle un barniz de institucionalidad a quien recibió el testi go de manos moribundas y, por confundir distancia y velocidad, quizá deba...

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