Aguas subterráneas

Es algo así como una imagen congelada. Después de catorce años viviendo en un estado de permanente excitación, crispación y frenesí, con un líder hiperactivo y alucinado arrastrándonos a todos en la persecución de un futuro que nunca llegó, la nación venezolana ha entrado ahora en una especie de marasmo. De siesta colectiva. Un velero detenido en medio del mar a la espera de una bendición del viento.Parecemos un país en slow motion. Un gigantesco lago de aserrín en el que no nos ahogamos pero tampoco podemos nadar. La opacidad es el nuevo rostro del futuro. La resignación, el de la esperanza.No hay revolución, pero tampoco contra. El caos es la normalidad. Nadie puede esgrimir un triunfo, tampoco una derrota final. Más que un país nos hemos vuelto un club de sobrevivientes.Para decirlo en jerga perio dística, en el país todo, rápidamente, se convierte en caliche. Ni el probable asilo de Snowden se salva. Cuando el espía llegue a Maiquetía, si es que llega, ya será periódico de ayer. Como las devaluaciones del bolívar que vendrán; la inflación que ya llegó y seguirá; los asesinatos de la Guardia Nacional, que contribuye a incrementar la muerte que trata de combatir; el reconocimiento del fracaso de los planes de vivienda; la aceptación oficial de que en el seno del chavismo campea la corrupción; la evi dencia cada vez mayor de que estamos en quiebra. El proyecto político rojo envejeció de improviso pero sigue allí.Sentado en el poder. Como el viejo PRI.Pero, cuidado, esto es lo que parece. No necesariamente lo que es. En un libro estupendo, Pequeñas crónicas de grandes días, Octavio Paz hablaba de los ríos subterráneos. Utilizaba la imagen para explicar el hecho de que el día que cayó el comunismo y se acabó la Unión Soviética nadie, salió a la calle con una banderita roja a defenderla. Los ríos subterráneos habían hecho lo suyo.Se van formando en el subsuelo sin que nadie, o tal vez muy pocos, los vean. Primero son delgados hilos, luego fuertes caudales. Y un día, un accidente, un temblor, un pinchazo, hace que emerjan a la superficie convertidos...

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