El arrojo de Ángel Sánchez

Una convención turística se lleva a cabo en el salón contiguo al de las entrevistas. Un equipo de televisión ve retrasado su trabajo al tener que esperar las pausas musicales del evento para poder hacer su trabajo. Ángel Sánchez se mantiene impasible e impecable, esperando que finalmente sea interrogado para la emisión meridiana de un noticiero local. Cuando se apagan las cámaras, el diseñador deja ver que lo aqueja un fuerte dolor de espalda que, de hecho, le impide caminar bien, lo que hace suponer que probablemente se esfume la posibilidad de hablar con él. Pero tras dar unos pasos y arremolinarse en otro sofá, da luz verde: "Ahora sí, vamos a comenzar". Unas cajas que concentran el registro fotográfico de su trayectoria en Venezuela pueden ser las culpables de su malestar. Pero haberlas revisado el día anterior dejó mucho más que un saldo físicamente doloroso: le permitió hacer un recuento que parece inaudito en una época de éxitos efímeros. Los 25 años de trayectoria de Ángel Sánchez están dibujados con trazos firmes e indelebles en una industria en la que ha sabido abrirse camino y dejar huella. Probablemente muy pocas cajas resguarden tanta elegancia.

La moda como destino. Haber crecido entre telas y costuras en el taller de su madre, en Valera, fue el designio de su porvenir. Si bien culminó su carrera de arquitecto, fue la moda la que atrapó a Ángel Sánchez como vocación a seguir. Y sus inicios en ella no pudieron ser más halagadores: su primer desfile fue en los Espacios Cálidos del Ateneo de Caracas, un lugar consagrado al arte que lo recibía como una joven promesa del diseño nacional. Sánchez respondió a estas expectativas con una carrera sólida en las pasarelas locales y una propuesta vanguardista para los parámetros de la época. Un riesgo que fue recibido con los brazos abiertos de parte de críticos y clientes: "Haber tenido la oportunidad de hacer mi primer desfile en una institución cultural desde el principio marcó mucho la forma cómo iba a enfocar la moda en el resto de mi carrera. Luego, pude llevar a mis clientes a los espacios del Radio City, en Sabana Grande, y hacer un desfile en el Teatro Teresa Carreño. Soy lo que soy hoy en día por haber tenido la oportunidad de hacer las cosas que hice, y de que la gente me las aplaudiera y recibiera de esa manera", rememora. En 1997, y cuando ya su nombre era sinónimo de moda en Venezuela, apostó por Nueva York como lugar para los nuevos comienzos. Allí, críticos y clientes...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR