La boda frustrada por la transfobia institucional

A unque tiene casi siete meses de embarazo, Fernando puede correr. Y tuvo que hacerlo, aferrado a la mano de su novia Diane, para llegar a puntualmente a la sede del Registro Civil de Naguanagua el día y la hora que les habían indicado para casarse: 2 de marzo a las 10:30 am.Nada de flux y corbata. Él lucía un look hipster: camisa manga larga abotona da hasta el cuello, que dejaba ver su barriga abultada, un blue jean apretado y botines gamusados. Las pequeñas argollas en la nariz y en las orejas, así como el mechón de barba, que le creció con abono de hormonas, completan su apariencia transgresora.En cuanto a ella, nada de vestidos de gala. También iba de blue jean, con una blusa color mostaza y un corsé de cuero marrón que acentuaba su voluptuoso busto hecho en quirófano. Diane tiene una larga y encrespada cabellera negra, pero ese día la llevaba recogida con un gancho. Apenas un poco de delineador de ojos como maquillaje. No actuaba como una novia emocionada, se le veía muy seria. En vez de nervios, parecía tratarse de mucho aplomo.En el día de su matrimonio, era muy importante para ambos no esconder su expresión de género detrás de ningún traje. Era la boda de dos transexuales y con esta enfrentarían la brutalidad que sustenta las manifestaciones de transfobia. Tienen...

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