Las caras del Tea Party

Como al Tea Party se le han encimado toda clase de grupos y organizaciones extremistas, desde fanáticos antiabortistas y antigays hasta integristas religiosos que quieren desterrar a Darwin y la teoría de la evolución de los planes de estudio en las escuelas y reemplazarlos por el creacionismo bíblico, pasando por sectas pintorescas como los enemigos de la masturbación y de las mezclas raciales, y patrioteros de tricornio, bombachas y tambor, se ha difundido la idea, sobre todo fuera de Estados Unidos, de que la democracia norteamericana podría venirse abajo en las elecciones de parlamentarios y gobernadores del próximo martes y caer en manos de ultraderechistas y locos furiosos.

Pura paranoia o afloración de deseos reprimidos de los enemigos de Estados Unidos.

La aparición del Tea Party, por lo pronto, en estas elecciones parciales le complica más la vida al Partido Republicano que al Partido Demócrata.

Aquel, debido a la caída de la popularidad del gobierno de Obama en razón de la crisis económica, que no da síntomas de amainar, y el 10% de parados de la fuerza laboral, parecía destinado a arrasar en las ánforas. Ahora, por el trastorno que han creado en su seno el activismo y los éxitos locales del Tea Party en imponer sus candidatos, es seguro que verá reducido su triunfo, por la división del voto republicano y el abstencionismo o la fuga al adversario de muchos republicanos a quienes atemoriza la idea de que un movimiento tan conservador y radical Ây de líderes tan poco sólidos intelectualmente como Sarah Palin o Glenn Beck, la estrella mediática de Fox vaya a fijar la línea del partido. De modo que el Tea Party tal vez amortigüe algo, o acaso bastante, el voto de castigo al gobierno demócrata.

Por otra parte, el Tea Par ty no es un partido político y, aunque ha hecho mella entre los afiliados al Partido Republicano y, sobre todo, en los pueblos y provincias alejados de los grandes centros urbanos de Estados Unidos, carece de una organización nacional y del tiempo suficiente para crearla, además de que también conspiran contra ello las divisiones y rivalidades que proliferan en su seno entre, digamos, los más sensatos, los menos sensatos, los payasos y los delirantes hay todavía subdivisiones más sutiles. Su nacimiento fue espontáneo, una proliferación de grupos que, enarbolando como símbolo el de los colonos de la revolución independista que arrojaron al mar los cargamentos de té en rebeldía por el monopolio comercial y los impuestos...

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