Carlos Pérez Beltrán, Rocinha, Brasil

En tiempos pretéritos, Rocinha, en la zona sur de Río de Janeiro, era un lugar boscoso al que sólo atravesaba la autopista de Gávea. A partir de los años cincuenta, esta área comenzó a experimentar un acelerado proceso de ocupación debido a los movimientos migratorios provenientes del norte de Brasil. La historia de Rocinha es, pues, muy parecida a la de Caracas y otras grandes ciudades latinoamericanas en las que la vegetación ha sido sustituida por precarias construcciones que han pasado a formar parte de lo que los sociólogos denominan cinturones de miseria. Inevitablemente Âo más bien por falta de voluntad política y planeamiento urbanístico  lo que fue un remanso de vida natural es hoy una favela, la más grande del país de la samba y el fútbol bonito, con una extensión de casi 900.000 kilómetros cuadrados en los que la modernidad se expresa a través de una amplia red de establecimientos de comida rápida, cibercafé y antenas satelitales de televisión que, paradójicamente, poco se reflejan en una digna calidad de vida para las 380.000 personas que viven allí, según el censo realizado en 2010. Pero como ninguna estadís tica es capaz de representar la faz humana de una comunidad en la que se vive al límite de las posibilidades, el fotógrafo caraqueño Carlos Pérez Beltrán y sus colegas estadouniden ses Gary Mark Smith y Sarah Stern decidieron instalarse en julio de este año y durante tres semanas en Rocinha. De la...

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