Carrusel

¡Grande y gloriosa patria de Bolívar! ¡Eureka, eureka! ¡Brasil nos dio permiso para violar la Constitución! Elisabet Sabartés me hizo una inteligente entrevista para La Vanguardia de Barcelona. Fue publicada el domingo 6 de enero con el titulo Esto es un golpe de Estado sentimental. Fue mi análisis desapasionado de la crisis. Sostuve que las características del conflicto y del desenlace constituyen un golpe de Estado. Añadí lo de golpe sentimental porque, en efecto, creo que toda la armazón se debe a la inmensa dependencia personal del jefe de la revolución bolivariana de todos y cada uno de sus albaceas. Todo lo demás es subalterno. Todo lo demás es impensable. Un asunto religioso, piensa Ana Teresa Torres. ****** Un gobierno como el de la revolución bolivariana es lo más antagónico que se pueda contraponer, por ejemplo, al régimen del general Carlos Soublette, cuando el periodismo de oposición recorre todo el diapasón político. Desde la sátira hasta la injuria y la calumnia. Su propaganda cubre la República toda y penetra hondamente en las masas populares, como escribió el historiador Siso Martínez. Se fundan El Trabuco, El sin Ca misa y el Rayo, Las Avispas y El Liberal. El primer editorial de El Trabuco se tituló Pum. Pum. Pum. Le decía al Presidente: La copa de hiel que habéis brindado al pueblo, está apurada ya. Temed, empero, las consecuencias del tóxico fatal. Vos, general, que debías ser padre de la nación sois sólo ejecu tor de las órdenes de su verdugo, de ese hombre que quiere invadir nuestros derechos, nuestras prerrogativas de venezolanos y nuestra libertad. Hablando también de Páez y de Soublette, El Rayo les dice que son dos bribones y los malvados más insignes que ha producido la tierra: ladrones descarados, viejos impúdicos cargados de años y de crímenes. Y añade: El que os habla no os teme, general. No pierde la esperanza de ver con vuestra muerte mitigadas las angustias de la patria. ****** El general José Tadeo Mona gas dijo que la Constitución sirve para todo. Si hubiera dicho lo contrario, habría resultado la misma vaina. Monagas lo dijo después del asalto al Congreso el 24 de enero de 1848, y la frase, según las historias, es original del ministro Diego Bautista Urbaneja que le aconsejó no romper el hilo constitucional, reunir otra vez el Congreso y meterlo en cintura. Lo cual sucedió para siempre. Si Monagas hubiera dicho la Constitución no sir ve para nada habría sido igual de brutal. ****** Tengo en mi estudio una...

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