Un caso de mala praxis macroeconómica

A la economía de Estados Unidos le están dando el remedio equi vocado. Los responsables políticos diagnosticaron mal la enfermedad y recetaron una medicina experimental, de eficacia no comprobada y que podría tener efectos secundarios graves. El paciente es el consumidor estadounidense, el mayor del mundo, pero debilitado por la peor crisis desde la Gran Depresión. Los últimos datos sobre el gasto de los consumidores en Estados Unidos son desalentadores. En el segundo trimestre de 2012, el crecimiento del consumo personal cayó hasta 1,5%, y todo indica que seguirá igual de alicaído. Por si fuera poco, estas cifras son sólo las últimas dentro de una tendencia que lleva cuatro años y medio. Entre el primer trimestre de 2008 y el segundo trimestre de 2012 incluido, el crecimiento anualizado promedio del gasto real en consumo llegó a 0,7%, una cifra incluso más extraordinaria si se la compara con 3,6% de la tendencia previa a la crisis, durante el decenio terminado en 2007. La enfermedad es una prolongada recesión de balances que convirtió a una generación de consumidores estadounidenses en zombis: muertos vivientes en términos económicos. Es como lo que pasó en Japón en los noventa, sólo que allí los zombis eran las corporaciones y ahora los consumidores estadounidenses están haciendo lo mismo con la economía de Estados Unidos. Todo empezó después de una década de consumo excesivo, alentada por dos burbujas la inmobiliaria y la crediticia. En 2007 ambas estallaron y las familias estadounidenses quedaron concentradas en reparar los daños, es decir, pagar las deudas y volver a acumular ahorros, lo que explica la prolongada caída de la demanda de los consumidores. Pero el remedio recetado sólo empeoró las cosas. La Reserva Federal se obstina en tratar la enfermedad como si se tratara de un problema cíclico y está empleando su capacidad de flexibilización monetaria para compensar lo que en su opinión es una caída transitoria de la demanda agregada. Esta estrategia esconde una lógica retorcida, muy preocupante no sólo para Estados Unidos, sino también para la economía global. No hay nada de cíclico en los efectos duraderos de una recesión de balances que ya llevan casi cinco años. La realidad es que las familias estadounidenses apenas están empezando a sanear sus balances. En agosto de 2012, la tasa de ahorro personal no superó 3,7%; si bien esto representa un alza respecto del mínimo de 1,5% registrado en 2005, es apenas la mitad de 7,5% promedio...

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