Caucagua en toque de queda después de la masacre

Tienen 15 días en toque de queda. Sólo los más valientes se atreven a continuar con su rutina diaria de salir a trabajar. Las bodegas no han vuelto a despachar mercancía y después de una semana, las clases se reanudaron a medias. Así conviven los habitantes de las cuatro comunidades de la parroquia Arévalo González del municipio Acevedo de Caucagua, estado Miranda, desde el domingo 19 de mayo, cuando ocurrieron dos asesinatos múltiples que dejaron a ocho personas sin vida. Ese día por la tarde los miem bros de un grupo delictivo mataron a tres personas en la comunidad de Marcelo, lo que ocasionó que un azote de la zona agrupara a los integrantes de su banda para vengar la muerte de los caídos. A las 9:00 pm, al menos 15 hombres llegaron a una vivienda en el sector Merecure Las Tejas, que está ubicada al lado de una cancha de bolas criollas, mataron a 5 personas y otras 5 resultaron heridas. En el lugar de los hechos se observan las múltiples huellas que dejaron las balas. Los crímenes cambiaron por completo la vida de los vecinos de los caseríos de Marcelo, Merecure Remolino, Pele el Ojo y Merecure Las Tejas. Hay luto en el ambiente. Los rostros de los residentes son cónsonos con las desoladas vías que simulan un territorio fantasma. Recorrer esas veredas da la sensación de abandono. Pero la realidad es que aproximadamente 1.800 personas refugian su temor en el interior de sus humildes casas. Dicen que el toque de queda lo hacen los policías, pero aquí lo imponen los malandros. Tenemos miedo hasta de reunirnos en grupo porque los cinco hombres que mataron eran inocentes y padres de familia. Estaban compartiendo en una casa y llegaron los malandros a acri billarlos sin ningún motivo. Ese día pudieron morir más personas, pero afortunadamente algunos salieron corriendo por el monte y se salvaron. Necesitamos presencia policial porque estamos abandonados. La policía solo viene por aquí cuando hay muertos, manifestó, entre llantos, una vecina de Merecure Las Tejas. El testimonio de la mujer da fe de la realidad que viven los habitantes de los cuatro caseríos, que no cuentan con patrullaje policial. La única distracción en esas comunidades es jugar bolas criollas, pero después de lo ocurrido las personas descartan darse tiempo para la recreación. Por temor a represalias, los vecinos consultados denunciaron su realidad...

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