El modelo de cogestión socialista fracasó en la industria azucarera

Cuando el Central Azucarero Pío Tamayo, en el estado Lara, quebró a finales de 1999, el Gobierno le propuso a trabajadores y cañicultores formar con el Estado el modelo de cogestión social para reactivar la empresa. De esta manera, en 2001 comenzó la primera experiencia socialista en la que la clase obrera, junto con los productores de caña de azúcar, tomaba el control de una empresa. Las prestaciones sociales que les adeudaban a los trabajadores y el pago pendiente a los cañicultores fue capitalizado y entre ambos llegaron a tener 51% de las acciones del central. Mientras que el Estado, representado en la Corporación Venezolana Agraria y la Gobernación de Lara, tenía 49%. La promesa que les hicieron a los productores y trabajadores era que en siete años serían los dueños absolutos del central, pero el Ejecutivo los desplazó. Pedro Guzmán, presidente de Sertiazucar, Servicio Técnico Azucarero C.A., que representa a los trabajadores, dijo que nunca hubo una participación directa en las decisiones del central. Nunca nos dejaron tomar decisiones ni tuvimos acceso a los balances financieros; esa empresa no ha dado ganancias, sólo pérdidas, y no hemos recibido nada a cambio del dinero que se dejó de percibir por prestaciones sociales, expresó. Señaló que un día la partici pación accionaria de los trabajadores fue reducida de 25,5% a 17,57%, al igual que a los cañicultores. La Corporación Venezola na Agraria invirtió un dinero en unas presuntas mejoras y como nosotros no teníamos recursos, nos quitaron la participación accionaria. Poco a poco nos sacaron del juego y ahora el Gobierno aparece como el máximo dueño. En 2001, los 320 trabajado res aportaron 290 millones de bolívares de los viejos 290.000 bolívares de ahora, pero la cogestión hoy quedó en el olvido. Esa propiedad de cogestión no funcionó. No teníamos contrato colectivo, afirmó. Guzmán recordó que la idea de la cogestión social era buena, pero fracasó por la burocracia, la falta de transparencia en las finanzas y porque no se definieron bien los beneficios que recibirían los trabajadores. Indicó que la nómina su bió de 320 trabajadores a casi 600. En esa empresa lo único rojo-rojito son las pérdidas, aseguró. Estamos muy decepciona dos, nos engañaron. Pero no sólo las expectativas de los trabajadores quedaron truncadas con el central Pío Tamayo. Los cañicultores del estado Lara reportan la caída de la producción y, además, la pérdida económica por el fracaso de la cogestión de la que...

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