Las complejidades del cambio

Afinales de los noventa, muchas voces de venezolanos notables clamaban por la aparición de nuevos rostros para dirigir los destinos del país.Cansados del bipartidismo de AD y Copei y de una izquierda leal al sistema democrático de entonces, exigían cambios en el paradigma democrático y de su liderazgo. Sus exigencias, e incluso plegarias, fueron satisfechas, se produjo el cambio y henos aquí con un nuevo sistema político muy distinto a lo que se aspiraba neoautoritarismo y/o neomilitarismo latinoamericano, le dicen algunos teóricos.El desplazamiento de los par tidos pilares del único período democrático que Venezuela ha tenido su historia de dos siglos, y cuya democratización todos los venezolanos pedían, no condujo a la aparición de partidos más democráticos. Por el contrario, ahora Venezuela es dirigida desde el gobierno por un partido, el PSUV, que nada tiene que envidiarle al partido nacional socialista alemán de preguerra en realidad lo supera en cuanto al malandraje político y económico enquistado en sus estructuras.Por otra parte, los rostros de Caldera, Carlos Andrés, Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Andrés Velásquez y otros demócratas, que se aspiraba fuesen sustituidos por los rostros de demócratas más puros y frescos, fueron asimismo apartados del poder. Sin embargo, no aparecieron los rostros idealizados, ahora ocupan su lugar: Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Jaua, Pedro Carreño, El Aisami, Iris Varela y otros especímenes.La moraleja es clara: la polí tica no necesariamente discurrre por donde desean sus actores que lo haga, y ejemplos históricos sobran aquí y fuera de nuestras fronteras. No bastan las buenas intenciones, ni tener un propósito común moralmente enaltecedor, el resultado puede ser catastrófico.Deshacer el entuerto resul tante, por supuesto, es mucho más difícil que el esfuerzo que demandó crearlo. Primero porque siempre es más fácil destruir que construir y luego, porque las causas que llevaron al declive y destrucción del sistema político inaugurado en 1958, subsisten a veces con inusitada fuerza en el seno de la ahora oposición al constructo maligno y perverso que lo sustituyó.Por una parte, los viejos par tidos políticos están atrapados en un dilema que no es fácil resolver: realizar, en el contexto de esta lucha desigual contra el régimen chavista, las reformas que no hicieron cuando el ambiente externo era más favorable ahí está el ejemplo del PRI. Promover ahora tales cambios, aunque sean buenos y...

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