En Consalvi, hasta el silencio era un halo de sabiduría

No era fácil ser amigo de Simón Alberto Consalvi, aunque era amable y lleno de buen humor. De lar gos silencios y de salidas ingeniosas e inteligentes, tenía el especial don de mantenerse informado. No sólo por ser un afanoso lector, un seguidor minucioso de la política, un historiador de fina pluma, sino, además, por contar con una amplia red de conocidos que lo mantenían al día sobre lo que ocurría en todos los ámbitos que despertaban su curiosidad, desde la pintura hasta el cine, pero no menos sobre las discusiones que comienzan a darse sobre el perfil del próximo papa y sin dejar de lado los últimos devaneos de la industrial editorial.Los hombres sabios son de pocas palabras y hondas reflexiones. Consalvi fue un sabio silencioso que tenía conciencia del poder de la palabra y la utilizaba con especial cuidado, casi como si se tratara de un estilete o poco menos que una bomba atómica. Decía que lo difícil era encontrar el tema, pero nunca le escasearon. Su conocimiento del país y de su historia, su rigurosa capacidad de análisis y su dominio del periodismo le permitían esbozar dentro de los inflexibles límites del espacio verdaderos tratados en sus artículos semanales y en los editoriales que calzaban su impronta.Fue periodista desde muy tempra no. Casi de niño hizo un periódico que lograba mantenerse de la publicidad y siendo todavía un adolescente le tocó ser director del diario más importante del Táchira cuando el país empezaba a enrumbarse en la aventura de la democracia. Al graduarse de bachiller viajó a Caracas para ser de los primeros estudiantes de la Escuela de Periodismo de la UCV. Se mantuvo como corrector de pruebas del diario El País y pasó a la redacción cuando era inminente su cierre, cuando los militares le dieron el golpe a Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948. Estaba de guardia en el diario La Esfera la noche en que la Seguridad Nacional asesinó en San Agustín del Sur a Leonardo Ruiz Pineda, compañero de la clandestinidad.Fue doloroso el momento en que en el laboratorio de fotografía apareció sobre el papel la imagen del amigo con el balazo en la frente.A los pocos días lo detuvieron y pasó varios años en la cárcel de Ciudad Bolívar, donde abundaron las miserias.Lo expulsaron a Cuba y le tocó hablar a favor de la democracia y también lo pagó con cárcel. Cuando pudo se fue a Nueva York y compartió con los líderes en el exilio. Con Rómulo Betancourt y Luis Beltrán Prieto Figueroa.Instaurada la democracia en 1958...

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