La criminología clínica

La ortodoxia freudiana le da vuelta a la tortilla criminológica. Si el delincuente es para Lombro so un malencarado, para Pende un enfermo hormonal y, según Kretschmer, un elector de delitos de acuerdo con los registros de su peso en la balanza, para Freud es, sencillamente, un deseoso amante inconsciente de su madre, que quiere pagar ese incesto con una brava sanción penal. Tan sencillo como eso. El ensimismamiento es, entonces, un apoderamiento en torno al cual gira toda la existencia de ese ser definitivamente irracional como es el delincuente.Tan desconcertante es esto últi mo que hasta allí pareciera que llegase el ensimismamiento criminológico. A manera de especulación atrevida, digo que el hombre se espanta de su propia presunta capacidad inmensa intrínseca para el delito y acude a responsables externos, es decir, a la alteridad, a la alteración, a la otredad. La alteridad, la alteración, la otredad se enfrentan al ensimismamiento.Porque alteración viene de alter, que significa el otro en el latín que antes se podía aprender en nuestra enseñanza secundaria.El otro, sí, hay otro que nos hace delincuentes. No es que aprendamos a ser delincuentes por autodidactismo. Es que otro nos enseña. Ese otro es, desde luego, la sociedad. Ya Enrique Ferri lo había anunciado al crear la Sociología Criminal. De lo que se trata, nada más y nada menos, es que el delincuente es el otro. Está dicho también desde fuentes criminológicas muy respetables que todo el mundo es culpable, salvo el delincuente.Comienzan a plantearse así las cosas en la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR