La crónica periodístico-literaria

Relatos de acontecimientos de la conquista y colonización, solicitudes o informes dirigidos a la Corona, narraciones de gestas y vidas de ese mismo tiempo tienden a encontrarse en el grupo de los diversos escritos a los que hoy día seguimos llamando crónicas en América Latina. Las formas de presentación de esos primeros textos suelen ser, entre otras, las de las cartas, los diarios personales, las relaciones e historias propias de nuestros siglos XV al XVIII. El Diario de navegación de Cristóbal Colón 1492 y la Historia del Nuevo Mundo de J. B. Muñoz 1793 son ejemplos de esos enunciados. También encontramos en la colección de diversos escritos, llamados con el mismo nombre de crónicas, los breves textos de carácter documental y testimonial, con escenas íntimas de la vida en las ciudades y en los pueblos latinoamericanos, que nos hablan de la presencia y mudanza de la arquitectura de esos lugares, de los efectos de la inexorable naturaleza y de la dinámica vida social. Se trata de un tipo de texto cuya práctica, muy ligada al siglo XIX, aún está vigente entre nosotros. Su forma es, grosso modo, la de la escritura de estampas o leyendas históricas, la de las crónicas de aquellos lugares, de sus costumbres y anécdotas. Auspiciadas o no por entes gubernamentales, su medio de publicación ha estado entre los que circulan más libremente de mano en mano: el libro, la hoja de papel suelta, el folleto y el, quizás más democrático, periódico. Los textos de los costumbristas venezolanos y las crónicas de Caracas que nos presentaba Arístides Rojas en el siglo XIX son, en una importante medida, ejemplos de lo que señalo líneas atrás. A los primeros escritos los aso ciamos en nuestro continente con el discurso de la historia por los hechos o la realidad documentada. Paradójicamente, también los afiliamos con el discurso de la literatura por la imaginación o la ficción exhibida en esos textos, al verbalizar las sorprendentes novedades deparadas por el Nuevo Mundo a quienes lo miraban con ojos extrañados. En cambio, los segundos escritos, si bien han conservado algo de la primigenia filiación del término crónica con el discurso de la historia, sin duda que desde su nacimiento igualmente empezaron a compartir el ánimo y la diversidad de contextos característicos de la difusión de los textos breves del periodismo, por la noticia, por la información, la interpretación y la opinión ofrecida en esos enunciados sobre los acontecimientos narrados. De modo que con...

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