Una cuadra de cuatro esquinas y cuatro lados

La trama de la vida es absolutamente irregular. Por más que intentamos predeterminarla, siempre resulta impredecible.Andar la ciudad, a pesar de que tengamos un programa preestablecido, una agenda, siempre tiene algo de sorprendente.Un giro, una fractura. Ese es uno de los riesgos y encantos de la ciudad en el fondo, un poco para eso estamos en ellas. Hay un movimiento común en el que vamos ajustando nuestros pasos y nuestros intereses.El intento de sentirnos individualmente libres, en medio de esa interacción social, es lo que nos hace estar y ser en la ciudad.Si bien las formas urbanas no determinan lo que en ella sucede, sí lo condicionan. No da igual andar por una calle recta que por una sinuosa. No es lo mismo la convergencia de vías en una plaza circular que en una cuadrada. No es equivalente una calle en forma de serpiente que se muerde la cola, que define una isla urbana, que una con la interferencia de las esquinas. Esas andanzas sobre la geometría urbana la exploraremos en consecuentes ediciones, aprovechando que Caracas está en su mes aniversario, a punto de celebrar sus 446 años.Nuestra ciudad se armó so bre la base de una trama ortogonal cuadrícula, damero, siguiendo la estructura de la ciudad española, pero sin obedecer estrictamente las Leyes de Indias, que establecían que de la plaza mayor salieran cuatro calles princi pales, de en medio de cada una de sus cuadras, y dos más desde cada esquina. Pero eso no fue posible porque la manzana destinada a dicha plaza fue concebida más pequeña que las otras 24 señaladas en el plano del gobernador Juan de Pimentel 1578. De haberse hecho, de la plaza ahora se abrirían doce rutas en...

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