Descomunal

Por un artilugio verbal, casi un acto de prestidigitación, en una de las tantas leyes traídas de Cuba y aprobada por los legisladores de la mayoría oficialista, se establece que el Estado comunal es una simple derivación lógica del preámbulo y el articulado de la constitución de la república bolivariana de Venezuela que rige desde 1999. El instrumento jurídico, si puede llamarse así a un listado de normas y mandatos que en su redacción, vocabula rio y estructura formal traiciona la tradición y eficiencia legislativa del país de Germán Roscio, crea una estructura social novedosa en estos trances de ficción revolucionaria, pero de catastróficos fracasos en los últimos 150 años, especialmente en las naciones en las que han tomado el poder combatientes que se autodenominan marxistas-leninistas. No vamos a recordar los millo nes de camboyanos que murieron asesinados por los jémeres rojos en su intención de construir un Estado comunal, ni las hambrunas que ocasionaron en la Unión Soviética los intentos de colectivización que emprendieron los bolcheviques, de los cuales Lenin y Stalin fueron los más crueles y desalmados, pero no la excepción de la regla. La consigna que ha puesto a ro dar el Ministerio de Propaganda es simple: Comunas o nada, que equivale a la bolsa o la vida, patria o muerte, que también se vincula con la táctica de tierra arrasada que en la Segunda Guerra Mundial el Koba tomó prestada de Iván, el Terrible, a quien tanto admiró como imitó en su...

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