El dilema de Morrocoy

En Venezuela aunque cueste creerlo fuimos pioneros en la protección de la naturaleza. El primer Ministerio del Ambiente creado en Latinoamérica fue el nuestro, en 1977. Cuatro años antes se le dio forma al Instituto Nacional de Parques. Fue también en la década de los setenta cuando se decretaron casi todos los parques nacionales, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. Uno de ellos fue el Parque Nacional Morrocoy.Somos tan conservacionistas en el papel, que 46% del territorio venezolano está resguardado por alguna figura que lo protege, ya sean parques nacionales, áreas de protección o zonas de reserva. Poseemos por decreto y en Gaceta Ofi cial 43 parques nacionales y 21 monumentos naturales. Entre ambos abarcan 16% de Venezuela. El promedio mundial de áreas protegidas en los países es de 5%.Pero volvamos a Morrocoy. Su plan de ordenamiento y reglamento de uso está bien explicado en el decreto 675 del 10 de mayo de 1995, firmado por el entonces presidente de la república, Rafael Caldera. No pudo hacerlo CAP porque lo sacaron de la presidencia y Ramón J. Velásquez prefirió que fuera su sucesor quien se ocupara. Es justo recordar que fue CAP quien ordenó acabar con los palafitos en Morrocoy. Muchos pensaron que no se atrevería, porque se tocaban intereses importantes y familias pudientes. Pero no le tembló el pulso. Privó salvar la naturaleza. En dos ocasiones se hicieron nuevos planes de uso de Morrocoy, para adaptarlos a las necesidades y crecimiento de la población. Jamás fueron firmados por los presidentes de turno ni se publicaron en Ga ceta. Eso significa que el único plan vigente es el de 1995. Entre otras menudencias indica que no está permitido que haya más de 300 personas en ningún área del parque, están prohibidos los equipos de sonido, ninguna embarcación puede medir más de lo que mide un peñero, los límites de velocidad son estrictos y las nuevas construcciones están radicalmente prohibidas.Es un reglamento que privilegia la conservación de los recursos naturales, como debe ser si se trata de un parque nacional.Hablan los dolientes. Bertha Paula García es dueña de la posada El Solar de la Luna, por los predios de Buena Vista, cerca de Sanare. Le resulta inexplicable el tamaño de las embarcaciones, la velocidad a la cual se desplazan, la basura que dejan los visitantes en todas partes, los equipos de sonido, las rumbas que se arman en Los Juanes o en cualquier otro cayo.Enrique Hernández, dueño de la posada Los Cocos...

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