Discurso para la inauguración de la Feria de Frankfurt 2013

¿Q ué significa ser escritor en un país situado en la periferia del mundo, un lugar donde el término capitalismo salvaje definitivamente no es una metáfora? Para mí, escribir es compromiso. No hay cómo renunciar al hecho de habitar los inicios del siglo XXI, de escribir en portugués, de vivir en un territorio llamado Brasil. Se habla en globalización, pero las fronteras cayeron para el comercio, no para el tránsito de las personas. Proclamar nuestra singularidad es una forma de resistir a la tentativa autoritaria de aplanar las diferencias.El mayor dilema del ser hu mano en todos los tiempos ha sido exactamente ese, el de lidiar con la dicotomía yo-otro.Porque, mientras la afirmación de nuestra subjetividad se verifique a través del reconocimiento del otro es la alteridad que nos confiere el sentido de existir, lo otro es también aquello que nos puede aniquilar... Y si la humanidad se edifica en este movimiento pendular entre agrupamiento y dispersión, la historia de Brasil se viene basando casi que exclusivamente en la negación explícita del otro, por medio de la violencia y de la indiferencia.Nacemos sobre la égida del genocidio. De los cuatro millones de indígenas que existían en 1500, restan hoy cerca de 900 mil, parte de ellos viviendo en condiciones miserables en asentamientos a la orilla de la carretera o incluso en fave las en las grandes ciudades. Se evoca siempre, como signo de la tolerancia nacional, la llamada democracia racial brasileña, mito corriente de que no habríamos tenido exterminio sino la asimilación de los autóctonos. Ese eufemismo, en tanto, sirve apenas para encubrir un hecho indiscutible: si nuestra población es mestiza, se debe a la mezcla de hombres europeos con mujeres indígenas o africanas o sea, la asimilación se dio del estupro de las nativas y negras por los colonizadores blancos.Hasta mediados del siglo XIX, cinco millones de africanos negros fueron hechos prisioneros y llevados a la fuerza para Brasil. Cuando, en 1888, fue abolida la esclavitud, no hubo ningún esfuerzo en el sentido de posibilitar condiciones dignas a los excautivos. Así, hasta hoy, 125 años después, la gran mayoría de los afrodescendientes continúa confinada a la base de la pirámide social: raramente son vistos entre médicos, dentistas, abogados, ingenieros, ejecutivos, periodistas, artistas plásticos, cineastas, escritores.Invisible, cercada por bajos salarios y destituida de las prerrogativas primarias de la ciudadanía vivienda...

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