La disolución militar

Vene zuela experimenta la desintegración del tejido social de modo inédito. Las reglas de convivencia construidas a lo largo de su historia están dañadas y, en muchos casos, destruidas. Avanza en forma exponencial la criminalidad. El país, estupefacto, asiste a la conformación del nuevo imperio: el de los pranes, en el cual el poder de fuego de las bandas organizadas disputa territorios a un Estado en retirada, que apenas relincha con operaciones en las que siempre mueren los enemigos en enfrentamientos o ejecuciones. Ante la ausencia de Estado se produce esa versión infame de justicia que son los linchamientos, evocación urbana del circo sangriento en el cual la turba ejecuta a los que son o parecen culpables. Por su lado, la fantasía de lo imposible llegó: la pelea callejera por la pata de un pollo, de lo cual dan pavoroso testimonio las trifulcas en las colas por la comida. Aquella idea del chavismo originario de que el robo no es robo si hay necesidad, ahora se consagra en rapiñas y pillajes.Venezuela avanza hacia el caos. Los poderes mundiales siempre han buscado la estabilidad ante la inestabilidad, como en 2004, cuando Carter y Gaviria consagraron una inexistente victoria roja. El problema de 2016 es que ahora hay que escoger entre la inestabilidad y el caos. La estabilidad se fugó. Kaput.En el país late un cambio radi cal. Todos, incluido el régimen, lo esperan como resuello en la nuca. Por eso el...

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