Efecto Roraima pasaporte de energía

E l ejército de tepuyes que sobresalen imponentes en la plácida sabana resguarda un panorama privilegiado. El Roraima, como todo dirigente, es el centro de atracción. La mística que lo rodea empuja obligatoriamente a una aventura.Cuando se avista su silueta rectangular, una adrenalina que embriaga el cuerpo impide abandonar la misión de conquistarlo. Se necesitan 6 días de caminata con un morral de 10 kilos sobre los hombros para completarla. Un itinerario que simula el pago de una promesa, pero es más bien el regalo de un destino inolvidable.Hasta San Francisco de Yuruaní, en el estado Bolívar, se puede llegar con cualquier tipo de vehículo propio. Los pemones, la comunidad de indígenas anfitriona, reciben a los aventureros con una calle asfaltada repleta de puestos con artesanía local y una cuadra rudimentaria con casas humildes llenas de folklore. Un rústico trasladará a los excursionistas al primer campamento de la travesía y la puerta de entrada al Roraima: Paraitepuy. A partir de allí se medirá la fuerza de las piernas dispuestas a llegar a la meta.En una caseta de guarda parques revisan los documentos y el equipaje, y se autoriza la partida. Es requisito obligatorio la compañía de guías expertos que conozcan el trayecto y vigilen la conservación del ambiente en todo el recorrido. Aproximadamente, se caminará 6 horas diarias de un campamento a otro y es indispensable el espíritu aventurero: la era 2.0 es desconocida en este oasis sin señal. La única conexión que se logrará será con la naturaleza.Rumbo a la base del tepuy. Brisas cálidas en un entorno árido acompañan la marcha. Un estrecho camino de tierra agrietada con un llano de monte alrededor y una que otra serpiente cascabel merodeando son la antesala de un horizonte lejano: la pared del Roraima con la forma de un Maverick en el centro de su cúspide y su vecino, el Kukenán.Ríos como el Ték refres can la garganta y maravillan la mirada, son el toque mágico que embellece el encuadre, pero hay que asegurarse de tener equilibrio y un par de zapatos extras porque al cruzarlos es muy probable caerse y empaparse.Las horas transcurren len tas, un termo lleno de agua y galletas de aperitivo pueden ser cruciales cuando se tiene horas andando bajo el sol.Ir en grupo no es sinónimo de fijación. Cada cierto tiempo, con naturalidad, la fila se desapega y sin mucha distancia entre cuerpo y cuerpo se impone la soledad. Es aquí cuando el viaje se convierte también en un ejercicio de reflexión. Se...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR