Dos casas emblemáticas de Caracas reviven en un libro

Las ciudades crecen y se transforman sobre sí msimas y cuanto más antiguos sean sus asentamientos, tanto más numerosos serán los testimonios tangibles de las distintas épocas que le imprimieron carácter en el decurso de los siglos. Por ejemplo, una ciudad como Nápoles fundada como colonia de la magna Grecia siete siglos antes de Cristo tiene evidencias arquitectónicas romanas, medievales, góticas, renacentistas, barrocas, neoclásicas y modernas. Hay que añadirle, además, el documento más antiguo de su presencia: el trazado urbano griego en el centro histórico de la ciudad. Nadie puede precisar cuántas secuencias constructivas se sucedieron en una misma manzana. Las edificaciones viejas que tuvieron uso en su debido tiempo se tornan inservibles en el siguiente período. Se tumba y se reconstruye lo que sirve a las exigencias de una más avanzada evolución que tampoco tiene el sello de la perennidad. Repito, la ciudad crece sobre sí misma, sin misericordia y sin remordimiento. Cuántas miles de ciudades perdieron y seguirán perdiendo monumentos excepcionales de los cuales ni siquiera tenemos conocimiento de su existencia. Cuántos fenómenos destructivos naturales y bélicos han contribuido también a borrar del mapa miles de bienes culturales. Cuántos ensanchamientos de vías han guillotinado fachadas históricas para asignarles prioridad a las exigencias del vehículo en desmedro del pobre desdichado que también se llama hombre. Todo se hace, se deshace, se tumba, se reconstruye y se cambia ¡en nombre del progreso! Progreso significa ascenso, mejoramiento, prosperidad, desarrollo y cultura. De la boca para afuera, todo es progreso aunque se use para imponer sin pensar en las consecuencias o pensando sólo en las conveniencias. Eso no es progreso aunque lo pinten del color que les dé la gana. Tampoco es progreso cuando se abusa de la palabra cultura que en muchos casos es más bien un regreso. En el caso de las ciudades no se pueden justificar los exabruptos en nombre del progreso y al mismo tiempo se olvida qué es la planificación, el patrimonio cultural, la memoria urbana y la historia. Si la ciudad es la cosa más huama por excelencia, el respeto a lo existente es un valor que tiene el mismo peso que cualquier otro problema social requerido por un desarrollo integral. Un ejemplo que viene al caso: durante la dictadura de Pérez Jiménez se decretó la construcción de la avenida Urdaneta en Caracas, considerada de utilidad pública debido al violento...

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