El eterno fluir de las aguas de Bath

En Bath el agua lo es todo. La de manantial que corre escondida bajo tierra para luego ascen der cálida, la que va sin pausa por el río Avon, la de las lluvias que generosamente bañan las colinas circundantes y la del mar cercano que anuncian las gaviotas que se apoderan del firmamento.Es Bath o baño, en espa ñol una apacible ciudad del suroeste de Reino Unido de invaluable legado arquitectónico que, en 1987, se integró a la lista de los lugares Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y que aún hoy es famosa por las aguas termales que alguna vez disfrutaron los romanos.La clave. El secreto del eter no fluir de las aguas termales estriba en algo cotidiano en la isla británica: las lluvias.Caen sobre las colinas de roca caliza cercanas a la ciudad y se cuelan entre las formaciones rocosas hasta llegar a más de 2.700 metros de profundidad donde las fuerzas geotérmicas las someten a temperaturas de hasta 96 grados centígrados.Luego la fuerte presión sube el agua caliente y la expele por algunas fisuras en la superficie de la ciudad. Por donde se le vea es toda una obra de la ingeniería de la naturaleza, aprovechada por los romanos desde el año 43 después de Cristo, cuando construyeron un complejo termal dedicado a la diosa Sulis.Hoy donde se encontraban las termas está el Museo de los Baños Romanos. Equipados con audífonos, los turistas pueden caminar por todo el edificio admirando los bustos de miembros de la aristocracia romana, las monedas y hasta las tablillas de metal que entregaban a la diosa con sus insólitas peticiones de maldiciones para enemigos a muerte o para el que les hubiese robado su ropaje mientras disfrutaban de una saludable inmersión termal.En el patio central del mu seo una piscina tepidarium concentra toda el agua de manantial que circula aún por los canales subterráneos construidos por los romanos. Un sitio de reunión y bienestar en los primeros cinco siglos de la era cristiana que ahora roba miradas de asombro entre los turistas del siglo XXI. Introducir la mano en estas aguas da certeza sobre las cálidas temperaturas del líquido.En el piso superior, estatuas romanas en piedra caliza sirven de testigos del ajetreo de los turistas cazando una imagen en picado de la piscina o más bien tratando de capturar los detalles de la abadía anglicana que se yergue al lado.Ángeles de piedra. En una de las calles laterales al museo está la abadía de San Pedro, de características góticas y que se conoce como la última gran catedral...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR