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Enrique Krauze publicó el 4 de noviembre, en el suplemento Siete Días de este periódico, un traba jo titulado Decálogo del populismo, en el cual describe y analiza de manera certera los gobiernos de Juan Perón, en Argentina, y de Hugo Chávez, en Venezuela. Los engloba a ambos bajo la etiqueta de populistas e intenta extender esta caracterización a otros gobiernos que existen o han existido en América Latina. La generalización no es feliz porque incurre en dos errores. En primer lugar, acepta, por lo menos implícitamente, la definición según la cual es populista toda política que se aparte de las leyes del libre mercado. En los tiempos de Margaret Tatcher y Ronald Reagan se usó el término populista para referirse a quienes no aceptaran incondicionalmente la globalización de libre mercado que sus gobiernos pretendían imponer en el planeta. Se les aplicó casi como un insulto y se metió en un mismo saco a gobiernos respetables, como los escandinavos y los de la Concertación en Chile, junto a regímenes impresentables como los de Perón y Chávez. Dado el largo uso de la práctica, la etiqueta populismo puede resultar por lo menos ambigua y adosarse a gobiernos tan disímiles como los de Lula y Fujimori. En segundo lugar, los regímenes que funcionan de acuerdo con el decálogo de Krauze no se prestan a generalizaciones. Por la simple razón de que, como él mismo dice en la primera de sus consideraciones, el populismo exalta al líder carismático. No hay populismo sin la figura del hombre providencial que resolverá, de una buena vez y para siempre, los problemas del pueblo. Esta dependencia de una voluntad personal hace que cada uno de esos gobiernos sea sui gé neris. No es lo mismo Mussolini o Stalin. Ni Chávez o Perón. La potestad del líder carismático de cambiar de parecer hace incluso difícil caracterizar un mismo gobierno en términos de conceptos generales. Todavía se debate, a casi 40 años de su muerte, si Perón era de izquierda o de derecha. Y en Venezuela el chavismo ha seguido los volubles estados anímicos del comandante, el cual ha recorrido doctrinas que van desde el militarismo perezjimenista hasta el marxismo del Manifiesto comu nista, pasando por el fascismo de Norberto Ceresole, el pragmatismo de Luis Miquilena, la tercera vía de Tony Blair, el antiimperialismo oportunista de Fidel Castro y los preceptos de El oráculo del guerrero. Como señala Krauze el populis mo fabrica la verdad y lo...

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