A favor o en contra

El régimen chavista es un colectivo cuyas creencias y conductas se fundan en unos confusos principios extraídos en su mayoría de la ortodoxia comunista de los tiempos de Stalin, del fascismo mussoliniano, de un indigenismo latinoamericano anacrónico, de un nacionalismo chauvinista, del autoritarismo-militarismo criollo de siempre y de una mala leche que va más allá del resentimiento. Alucinados con ese masacote ideológico, el chavismo, ahora encabezado por Nicolás Maduro, ha sumido a Venezuela en las peor crisis político-económica de su historia. Parece una perogullada, pero no queda sino repetirlo.También es de Perogrullo afirmar que los chavistas no pueden ni podrán resolver los problemas que ellos mismos crearon. ¿Alguien se imagina a Ramírez, Merentes y Giordani tomando medidas contra sí mismos? Impedidos como están de dar con los mecanismos para salir del pozo recurren al esquema al que han recurrido todos los regímenes de su tipo a lo largo de la historia: reprimir a los adversarios políticos, a quienes quieren hacer aparecer como responsables de sus desmanes. Lo usual ha sido perseguir a una minoría étnica o religiosa a la que se responsabiliza del desastre. Ese no es precisamente el caso en Venezuela, donde se persigue a la mayoría, pero igual aplican el esquema.Para esos fines y a lo largo de casi quince años, este régimen ha creado un aparato cuyo brazo ejecutor incluye tribunales, fiscales, defensores del pueblo y otros funcionarios e instituciones del Estado. El chavismo ha demostrado carecer de escrúpulos y no se detiene ante nada cualquier barbaridad es salvada con el principio comunista de la ética superior revolucionaria, la misma que Leonardo Padura expuso en su novela sobre Ramón Mercader y Trotsky.El chavismo arremete contra los partidos y sus líderes, contra parlamentarios y personalidades opositoras, contra empresarios, medios de comunicación, académicos, estudiantes y ciudadanos en general.Los dirigentes de la oposición política organizada son hostigados a diario, se les graban las conversaciones, se les intervienen los correos electrónicos, se les pretende destruir moralmente, se les encarcela, se les allanan sus hogares y ni siquiera en el exterior están a salvo de la ira que al régimen le produce su atrevimiento.Dicho de la manera más sencilla, quienes hacen política para oponerse a este maléfico engendro tienen que estar dispuestos a perder su tranquilidad, su familia, su...

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