Fela vive

Dos décadas atrás, después de que los DJ introdujeron el afro beat en las pistas de baile alrededor del mundo, se asomaron las primeras agrupaciones no africanas dedicadas al género. Casi en la debacle de la etiqueta world music, que hasta en tonces englobaba a este tipo de expresiones provenientes de los países del Tercer Mundo, en Norteamérica y Europa empezaron a brotar bandas encabezadas por músicos blancos, aunque integradas asimismo por intérpretes de otras razas y nacionalidades, que se subieron al caballo del género. Si bien no era la primera vez que Occidente se acercaba al menjunje de ritmos yorubas, jazz, highlife y funk, y acá vale la pena destacar los piropos de Ginger Baker, Motown y hasta de Paul McCartney al que el nigeriano Fela Kuti, el padre del estilo, ignoró alegando que le quería chorear su sonido a la manifestación musical, los flamantes exponentes confeccionaron sus propuestas con tanto respeto y solemnidad, incluso al cantar de una forma similar al pidgin el inglés que se habla en las calles de Lagos, que perdieron de vista las posibilidades que ofrece el ritmo para innovar. Cuando The Daktaris se fracturó para dar origen a Antibalas Afrobeat Orchestra, en 1998, un año después de que Femi Kuti, el mayor de los vástagos del desaparecido fundador de la República de Kalakuta, lanzara el disco de larga duración Shoki Shoki Âque insinua ba la renovación del género al flirtear con el danceÂ, el riesgo conceptual se tornó en una aventura excitante, pues el afro funk que practicaba entró en un trance tribal del que todavía no pudo salir. Martín Perna, integrante de ambas bandas, explicaba en una entrevista que no bastaba con estudiar los álbumes de Fela...

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