Fiebre en perspectiva

Pocas cosas asustan tanto a una mamá primeriza como un termómetro en números rojos. Sin embargo, los expertos aseguran que, más que caer en pánico, lo ideal es conservar la calma y estar atentos al curso de los acontecimientos. "Cuando se habla de fiebre, hablamos de un síntoma que sugiere la presencia de una enfermedad y también de un signo de alarma que merece atención", explica María Angelina La Cruz, pediatra, neuróloga infantil y profesora de la Universidad de Los Andes. "Pero además de ser una alerta, la fiebre también es un mecanismo natural de protección del organismo: si bien puede producir molestias, funciona como un catalizador para que el organismo se prepare para defenderse. Empeñarse en inhibir el curso de la fiebre a toda costa puede sabotear ese anuncio que el cuerpo le hace al sistema inmunológico para entrar en acción". ¿De qué depende que se requiera bajar la fiebre? "El consenso actual dicta que no hay necesidad de tratarla en todos los casos, sino básicamente cuando produce una incomodidad importante: si estamos hablando de un niño que, a pesar de tener una temperatura elevada, se siente relativamente bien y está tranquilo, no hay necesidad de tratarle la fiebre; pero si por el contrario ese síntoma interfiere en actividades básicas como dormir o comer, y le produce mucho malestar, entonces es idóneo tratarla, bien por medios físicos o con medicamentos", aclara. "No todos los niños reaccionan igual a la fiebre, así como tampoco todos convulsionan si alcanzan temperaturas muy altas, por ejemplo". Aciertos y desatinos. Ante un cuadro febril, muchos padres suelen echar mano de cualquier recurso. La especialista explica que con los baños de esponja se produce un descenso de la temperatura corporal relativamente rápido, pero al cabo de una hora se produce un rebote aún más alto. "Lo mismo pasa cuando sumergimos al niño en agua templada o lo metemos bajo de la regadera. Cuando generamos cambios bruscos, provocamos un descontrol en los centros de termorregulación que contribuye a que luego haya un repunte más elevado". Si de medios físicos se trata, tampoco son aconsejables el uso de hielo, las fricciones con alcohol, las unciones con aceite ni el exceso de abrigo para "sudar" la fiebre. "Lo más práctico para bajarla por medios físicos en un niño es desabrigarlo, situarlo en un ambiente ventilado e hidratarlo con más frecuencia. Con eso tiende a ser suficiente", señala La Cruz. A muchos padres les aterra que el niño llegue a...

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