Franklin trepa por Chile

COCHABAMBA, BOLIVIA Un tráiler de esta película mostraría a Franklin Villca, un niño de 10 años de edad, maltratado por su madrastra en Oruro, Bolivia. A Zenobia Huanaco, la ma dre del niño, recién salida de la cárcel en Cochabamba, a la espera de su sentencia por narcotráfico. Al niño escapando de su ca sa, tras una paliza. Al niño metiéndose a escon didas en la caja de herramientas de un camión para ir en busca de su madre. Al camión partiendo. Al niño soportando tres días y dos noches de frío extremo, sin agua ni comida. Al niño bajándose en un lu gar que no es Cochabamba, sino Iquique, Chile. A una mujer de Alto Hospi cio que lo lleva a su casa para cuidarlo. A los titulares de varios dia rios del mundo contando la increíble hazaña del niño que sobrevivió mil kilómetros. A una funcionaria del Gobier no boliviano llegando a Iquique para llevarlo de vuelta. Y al niño, feliz, a bordo de un bus con destino a Cochabamba, donde su madre lo espera. La historia podría ser esa y estaría bien. Podría ser una historia de huida, aventura, reencuentro y final feliz, y sería perfecta. Pero, en realidad, es sólo la historia que queremos escuchar. La historia, más cruda, menos idealizada, vino después. *Franklin no conocía Cocha bamba. Tampoco sabía la dirección para encontrar a su madre, a quien no veía desde que tenía 6 años de edad. Vivía con su padre, sus hermanos y su madrastra en Oruro y dice que estaba cansado de los maltratos de ella, que le pe gaba con lo que tenía a mano, que una vez le tiró piedras, que sólo le daba comida cuando lavaba los platos, que lo forzaban a limpiar la mugre del baño y que una vez él no aguantó la rabia y le gritó:

--Tú no eres mi madre. Mi madre ya va a llegar. Ya vas a ver. --Qué me va a hacer tu vieja Âle gritó la mujer de vuelta. Ese día salió con la idea de ir a buscar a su mamá a Cochabamba, a más de 300 kilómetros. Unas 10 o 12 horas en ca mión. No recuerda si lo había pensado antes o si lo decidió en ese mismo minuto, pero cuando llegó a un estacionamiento de camiones y vio en uno de ellos una placa que decía Cochabamba, lo hizo: abrió la caja metálica de herramientas debajo del camión, vio que estaba vacía y se metió. *El celular de Zenobia Hua naco, de 45 años de edad, sonó mientras cultivaba papas en un campo de las afueras de Cochabamba. --Aló, ¿quién habla?, ¿quién es? Âgritó, porque por ahí, con los cerros taponeando la ciudad, la señal apenas llega. Al otro lado escuchó la voz nerviosa de Víctor, el...

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