A los gobernantes autoritarios no les dice nada el Estado de Derecho

Cuando a José Guiller-mo Andueza le preguntan en qué año nació, responde, risa de por medio: Yo pertenezco a la generación de 1928. El abogado acaba de incorporarse como individuo de número a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales. Ocupará el sillón dos, que antes correspondió a su maestro y padre espiritual, Rafael Caldera. El ex presidente fue su profesor de Sociología Jurídica en octubre de 1948, fecha en la que ingresó en la Escuela de Derecho de la Universidad Central de Venezuela. Él transmitía a sus alumnos los valores y los ideales de una sociedad democrática y mostraba el contraste que existía entre una sociedad basada en la ciencia y el progreso cultural y otra cuyos símbolos eran la guerra y el gendarme necesario, evoca un Andueza sólidamente formado como hombre de leyes y quien se desempeñó como ministro en tres oportunidades: de Justicia 1979-1981; de Estado para la Descentralización 1994-1996; y de Relaciones Interiores 1996-1998. Andueza ha sido, también, docente universitario durante más de medio siglo. Su fuerte es el Derecho Constitucional. --¿Por qué escogió la cons titucionalización del autoritarismo como tema para su discurso de incorporación a la Academia? --En el mundo actual hay una tendencia a simular sistemas constitucionales en los que, en teoría, se respetan los derechos humanos y en los que, aparentemente, existe plena separación de poderes. Se trata, sin embargo, de una mera formalidad: la constitución normativa y la constitución real terminan siendo dos cosas distintas. Esa apariencia democrática lo que persigue es hacer constitucional el abuso, el atropello, la arbitrariedad, la persecución. El objetivo es constitucionalizar el autoritarismo. Lo que pasa es que en el mundo globalizado se ha tomado plena conciencia de lo que son los derechos humanos. Hay todo un movimiento internacional para protegerlos y garantizarlos. Los autócratas se dan cuenta de que existe esa barrera cultural y entonces se plantean hacer una constitución que respete todos los parámetros del constitucionalismo. El problema está en que no la aplican. La violan todos los días. Los organismos que deberían ser los defensores de los derechos humanos se convierten en defensores de la arbitrariedad. Están al servicio del autócrata y no del ciudadano. La constitución vertida en el papel no es la que rige en este tipo de sistemas. Pero les sirve de instrumento internacional. El autoritarismo, con distintos ropajes, se presenta como un...

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