¡Gol, gol de Gaddafi !

Las visiones de vida de Muamar Gaddafi y Silvio Berlusconi están aparentemente en las antípodas. Solo que, más allá del primer golpe de los sentidos, tal vez se parezcan más de lo que se piensa. Uno, árabe y predestinado por las fuerzas divinas de su fe religiosa; el otro, occidental y hombre de empresas cuya visión de la sociedad tiene que ver directamente con el dios dinero. Pero se parecen, sí, se pa recen y terminan siendo casi idénticos. El culpable de esta relación entre el duro del norte de África y el primer ministro italiano y presidente del Milan, ha sido el fútbol. Porque si desde 1912, año de la conquista italiana del inabarcable territorio libio --por entonces anárquico y poblado por los nómadas beduinos-hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, la bota del Mediterráneo pisó firme en los 1.759.540 kilómetros cuadrados del territorio árabe casi el tamaño de México o Argentina, fueron las veleidades futbolísticas de Al-Saadi al-Gaddafi, tercer hijo de Gaddafi rey, los lazos que han reafirmado la relación. Deporte de idiotas. No se sabe cómo, ni desde cuándo, el padre se comenzó a interesar por un deporte que, según él mismo ha proclamado es de idiotas. Lo que sí ha trascendido, no obstante, es que la primera voz de insurrección y disidencia contra el régimen que por estos días, aun con su estabilidad en entredicho, llega a 42 años de dominio absoluto, fue en un partido de fútbol. Fue en 1996, cuando el Al-Ittihad, con sede en la capital Trípoli, disputaba un encuentro de la liga libia. Un gol en evidente posición adelantada, anotado en los minutos postreros, le dio la victoria al equipo de Al-Saadi y desató los vientos huracanados de la furia popular. 50 muertos a balazos, cientos de heridos y atropellados, fue el inventario de aquel arrebato desenfrenado y enloquecido provocado por los fusiles del ejército al mando del joven militar. Petróleo para convencer. Los negocios entre Italia y Libia no han cesado; es decir, entre Muamar...

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