La guerra a muerte

La historiografía no le ha metido el diente como es debido a la Proclama de Guerra a Muerte, dictada por Bolívar en Trujillo el 15 de julio de 1813. De allí que, pese a su anacronismo y a la atrocidad de su contenido, todavía sirva de inspiración para las luchas actua les. Ahora se intenta un comentario diverso del documento, para lo que pueda tener de utilidad.Cuando Bolívar acepta la ayuda de Cundinamarca para la in vasión de Venezuela, en 1812, se compromete a restaurar las instituciones del primer proyecto republicano. Ha criticado sin reservas ese proyecto en documento anterior, el Manifiesto de Cartagena, pero acepta las condiciones de sus patrocinadores antes de llevar a cabo la triunfal campaña que lo lleva a Caracas y le concede el título de Libertador. En el comienzo de la Proclama insiste en la necesidad de volver a los pasos ponderados del primer ensayo de república, pero traiciona el propósito con la sentencia abrumadora con la cual culmina: Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables. La inmolación y la benevolencia, dispensadas en forma genérica y arbitraria, no hacen memoria de la literatura condescendiente de los padres fundadores, ni de la obligación que adquirió con sus promotores de la Nueva Granada antes de iniciar los combates. ¿Por cuál motivo, si está en capacidad entonces de revelarlo? Un texto que escribe en Mérida, el 8 de junio, ofrece la respuesta: Todas las partes del globo están teñidas de sangre inocente, que han hecho derramar los feroces españoles ... ellos desaparecerán de América, y nuestra tierra será purgada de los monstruos que la infectan. Habla de un conflicto universal entre la maldad de los españoles y la virtud de sus víctimas, sin contemplar matices, y de la necesidad de saldar en Venezuela una cuenta relativa al género humano. Si se requerían argumentos especiosos para ordenar una escabechina, este puede con creces ocupar primera plana.¿Existía ya la guerra a muerte en Venezuela? Desde luego. La ini ció Monteverde y la multiplicó Boves hasta extremos de espanto, pero nadie la había consagrado en un documento público que se sentiría como orden terminante, como brújula...

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