Hipocresía habanera

Terminó en La Habana sin pena ni gloria la segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Se reunieron más de 30 jefes de Estado y de gobierno de la región para continuar el peregrinaje de cumbres vacías, que han demostrado que solo sirven para llenarle el ego a la burocracia regional y legitimar a los regímenes más represivos de la región.

Razón tenía el occiso cuando afirmaba que mientras los gobiernos estaban de cumbre en cumbre los pueblos iban de abismo en abismo. Pero disfrutó tanto de las cumbres presidenciales que se consagró como un asiduo asistente a esas citas de vanidad. Hoy Maduro va por igual camino.

Las inconsistencias de esos encuentros de integración regional, llámense Celac, Unasur, Mercosur, Aladi, Sela, OEA, etcétera, se hace evidente al someter a escrutinio las deficiencias nacionales en cada uno de sus países miembros. En abultadas agendas le reclaman al mundo lo que ellos no son capaces de dar a sus propios ciudadanos.

Veamos el caso de Cuba, el anfitrión, con un inmenso déficit democrático y una larga trayectoria de irrespeto a los derechos humanos. Sin embargo, prevaleció la mirada esquiva de los países de la región y la hipocresía del secretario general de la ONU y del jefe de la OEA, que obviaron la cuestión fundamental de los derechos humanos para no herir la susceptibilidad de los hermanos Castro.

En el encuentro firmaron una triste declaración que incluye los más trillados asuntos de la agenda internacional y, específicamente, aquellos que per sé competen a las Naciones Unidas, tales como el desarme nuclear, la seguridad alimentaria, la desnutrición y la erradicación del hambre y la pobreza.

No podía faltar el latiguillo propagandístico del embargo a Cuba...

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