La hora de contar la verdad

La crónica viene cobrando en los últimos años sus fueros literarios en América Latina, un género que desde el periodismo le presta a la narrativa de ficción sus elementos de veracidad basados en el rigor de la investigación, y a la vez recibe de aquella los recursos necesarios para atrapar al lector, los ganchos, como se dice en el oficio; todos, menos uno, el de la invención. En las escuelas de periodis mo se aprende desde temprano que un diario es un edificio que se construye cada día y hay que derrumbar para levantar la edición del día siguiente. Todo lo que se escribió sólo queda patente en los archivos donde las noticias son enterradas después de su muerte prematura de puro viejas. Hacer que las palabras sobrevivan y no vayan a ese cementerio depende de la manera en que los acontecimientos fueron enfocados, y para eso no hay mejor auxilio que el ingenio y la perspicacia, pasados por el tamiz de los recursos literarios. Es lo que la crónica consigue. Y es la manera de que el periodismo pase a los libros. El periodismo de firma. Hemingway, que inventó un estilo de frases cortas, cada punto y seguido un disparo certero. Las crónicas de Ryszard Kapucisnki, que armó un universo de palabras donde cupieron desde las oscuras asonadas en el mapa sangriento de África hasta la guerra del fútbol en Centroamérica, y transformó el periodismo en historia, como Herodoto, cuyas huellas siguió. Y los maestros de hoy en día, ágiles e incansables en las páginas del New Yorker, como Jon Lee Anderson y Alma Guillermoprieto. Hay ahora mismo una exce lente cosecha de libros de crónicas periodísticas. La Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano ha reunido las mejores de Gabriel García Márquez en Gabo periodista, por mano del puertorriqueño Héctor Feliciano, autor él mismo de un estupendo libro, El museo desaparecido, que tra ta de la conspiración nazi para robar obras maestras de los museos europeos. La novedad de este libro de crónicas de Gabo es que fueron elegidas por escritores y periodistas hispanoamericanos, y cada una trae una nota de quien la escogió. La publicación de esta magna ópera es una cruzada que se llevará adelante por partes geográficas, y ya han aparecido las primeras dos, una en México, con el sello del Fondo de Cultura Económica, patrocinada por el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes Conaculta, y la otra en Colombia, patrocinada por la Organización Ardila Lülle. Darío Jaramillo Agudelo, poe ta, narrador y musicólogo colombiano...

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