Los inmortales del pupitre

Angelito y Mi Jardín: con dos certezas absolutas se aprende a leer

en la vida. Una es que mi mamá me mima. La otra es que papá lima la

pala. Cuando el sacerdote jesuita Ángel Díaz de Cerio daba clases

de primer grado en el colegio San Ignacio de Loyola decidió

desarrollar un método de enseñanza de lectura con un material

educativo propio. Así, bajo el ala de la Distribuidora Estudios

editó por primera vez con Félix Otaegui sus dos obras maestras para

aprender a leer: Mi Jardín en 1954 y Angelito en 1968. Desde

entonces sus textos siguen invictos para iniciar en las letras a

los más pequeños. Cada año publican de 200.000 a 300.000

ejemplares, sin contar las copias piratas que también se incorporan

a los morrales.

"Hay colegios que recomiendan otros textos, pero hay mamás que

dicen que los niños no los entienden mucho y por eso ellas apelan a

lo que conocen: si yo aprendí con este libro, pues tiene que

funcionar con mi hijo. A mí me pasó con mi niño y cuando lo puse a

practicar con el Angelito avanzó más rápido", ilustra Marisol

Urbáez, coordinadora de ventas de Distribuidora Estudios. "Los

cambios que se le han hecho en estos años son mínimos y son libros

que a pesar de su edad siguen siendo muy vigentes para lo que se

requiere. Lo ideal es empezar con Angelito y continuar con Mi

Jardín, que incluye un repaso y luego aporta un contenido más

completo para reforzar la lectura".

Borradores Nata. Ni Natacha ni Natalia. "Nuestros borradores se

llaman Nata porque inicialmente se les agregaba una esencia con

aroma de nata. Hubo usuarios a los que les daba por probarlo o

morderlo por eso. Nada tóxico, pero como la idea no era que se lo

comieran, la esencia se le eliminó y el nombre quedó", explica

divertido el director de Industrias Mayka, Ricardo Barrobés. ¿Cuál

es el atributo que los ha hecho perdurar? "Su mayor cualidad es que

no erosionan el papel. Absorben el grafito, que es lo que queda en

la borona". Desde su nacimiento en 1973, los modelos más vendidos

de Nata son el 624 -el más pequeño- y el 620, con faja de cartulina

azul. "Hay gente que dice que ha usado la fundita para esconder

chuletas, pero ése no es un uso que avalemos", acota risueño

Barrobés.

El año pasado Mayka vendió 13.500.000 borradores, todos fabricados

en su planta en Nirgua. También ha tenido que enfrentarse al

pirateo de sus productos. "De otros países han mandado nuestros

borradores a China para que los copien. Las imitaciones incluso

dicen que también fueron hechas aquí en Yaracuy". Sin embargo, el

empresario atribuye la longevidad de sus productos a la tenacidad y

la calidad. "Somos varias generaciones de familias trabajando para

otras familias venezolanas y así seguiremos si Dios quiere. Cuando

vemos un borrador...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR