La lengua en que vivimos

El recién clausurado Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebró en Panamá, se ocupó del español en el libro, como tema central, en tiempos en que la tecnología digital afecta cada vez más no solo las maneras de leer y de escribir, sino también de per cibir el mundo y, por tanto, de vivir la cultura. Libros de ayer, impresos en el viejo y querido papel que parece empezar a decirnos adiós, y los libros virtuales de hoy y de mañana, en los que hay que acostumbrarse a leer, y que abren una inmensa posibilidad de acceso a las palabras, una posibilidad insospechada que al mismo tiempo puede significar un formidable desperdicio.El escenario del congreso fue Centroamérica, que es una tierra fundada por los libros, no poca cosa para una región que aún se debate en busca del camino que la aleje de la pobreza y la marginación. El nicaragüense José Coronel Urtecho señala que hay una obra de valor universal por cada período de la historia de Centroamérica: el Popol Vuh, el libro sagrado del pueblo quiché, en la época precolombina; la Verdadera relación de Bernal Díaz del Castillo en la época de la conquista; La rusticatio mexicana de Rafael Landívar en la época colonial; y la poesía de Rubén Darío en la época independiente. Agreguemos a esa lista las novelas de Miguel Ángel Asturias en el siglo XX.Son libros que cuentan la historia como un gran mural en mo vimiento, y relatan la disputa trascendente entre la opresión y la libertad, la muerte, la guerra, el despojo, el exilio; y registran las maneras en que se ha formado nuestra cultura desde las civilizaciones prehispánicas, y cómo la lengua y sus transformaciones e invenciones va tejiendo esa red que nos impide caer en el vacío, porque no pocas veces hemos sido salvados por la palabra de la mediocridad y del olvido.Pero estos libros que definen Centroamérica también nos lle van, desde la lengua quiché en que desde el anonimato nos fue heredado el Popol Vuh, el latín clásico en que fue escrita La rus ticatio mexicana por un jesuita exiliado en Bolonia, y el espa ñol del Siglo de Oro de Bernal, soldado de la conquista, hasta la virtud transformadora de la lengua, encarnada en Rubén Darío, modernista y modernísimo que aún sigue abriendo puertas en el idioma como se las abrió a Neruda, a Vallejo, a García Lorca, a Borges. Con Rubén ganamos en la cultura el espacio de libertad que el caudillismo cerril nos negaba en aquel paisaje rural, desangrado por las guerras, poblado de analfabetos y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR