Sin ley ni razones

No es simple ingenuidad corrompida con ignorancia supina. El origen de sus limita ciones para resolver problemas es más complejo. Quizás tenga vínculos con campos de la psicología o de la psiquiatría, vedados al común y de muy alto riesgo como para atreverse a aventurar diagnósticos improvisados y tratamientos definitivos. Obvio, una presentación de unas cuantas láminas que se le envíe al cogollito del PSUV no sería suficiente para que comprendan que hay le yes que no pueden ser alteradas, modificadas, pervertidas ni reformadas con mayoría simple, que la violación de la ley de gravedad y la ley de la oferta y la demanda tiene consecuencias irreparables, a veces definitivas.Ocupados en acumular capital y en aparentar que son la reencarnación de Robin Hood, no han tenido tiempo ni interés para recuperar las lecciones elementales que perdieron por estar tirando piedras encapuchados. Lo peor es que tampoco buscan ayuda de los expertos, de profesionales que han dedicado su vida al estudio y a la comprensión de los problemas económicos del país; y no desde el ángulo de Wall Street y la Universidad de Chicago, sino desde el Instituto de Investigaciones Económicas de la UCV, con figu ras de tanto renombre en el campo de la izquierda racional como Héctor Malavé Mata y Héctor Silva Michelena.La alergia, la repulsa, que han desarrollado al estudio, a la simple lectura, no sólo se manifiesta en la manera irracional como manejan el Estado y administran el erario público, sino también en quienes designan para ocuparse de los quehaceres más importantes y trascendentales. Dejemos quieto a Juan Carlos Loyo y...

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