Macbeth en patria segura

El señor Maduro acaba de reiterar su defensa del plan Patria Segura, una falacia en la que hasta algún gran político opositor parece haber caído. Para esta nota, consulté al Observatorio Venezolano de la Violencia OVV, organismo independiente de gran credibilidad. Supe que, con el presente, el Gobierno ha lanzado 20 planes de seguridad, de los cuales 19 no han resuelto nada, pues, según el OVV, los homicidios del país siguieron en aumento en lo que va de año, en 13% más en comparación con el año pasado.Según ese centro investiga dor, en 2012 hubo en Venezuela 21.600 homicidios y proyecta que, para fin de 2013, podría llegar a 24.000 si seguimos por este camino. Afirma el OVV que el plan sólo busca privilegiar el factor represivo sobre el preventivo. Hay una militarización del país que fracasará, ya que los militares lanzados a la calle no están preparados para prevenir sino para reprimir, obedeciendo a la cúpula castrense que se apoderó del poder.Contrariamente a lo que afirma Maduro, eso de que la Fuerza Armada Bolivariana que formó nuestro gigante ¿hablará usted de Polifemo?, pues sepa, señor, que hablo de un cíclope griego, arquetipo de la fuerza bruta invencible, está preparada para proteger al pueblo y juntos construir un país seguro, la patria es, en verdad, un vientre de vísceras sangrantes. Visto así, es un gran acierto que el gran director Orlando Arocha haya montado Macbeth inmortal obra de Shakespeare estrenada en 1606 en el nuevo espacio La Caja de Fósforos, dentro de la Concha Acústica de Bello Monte. Esta obra que, como ilustra el periodista Ángel R. Gómez El Universal 20/05/13, eriza la piel por su atronadora vigencia. Fundamental esta pieza en la Venezuela de hoy.En un parlamento, el barón escocés Ross describe a su par, Macduff cuya mujer e hijo son asesinados por Macbeth, bajo la manipulación de Lady Macbeth la pavorosa situación de Escocia, donde se lucha a muerte por el poder: ¡Ah, pobre patria! Apenas se conoce./ Ya no puede llamarse nuestra madre,/ sino nuestra tumba, donde, salvo al ignorante,/ a nadie se ve sonreír; donde no se oyen/ los suspiros, ayes y gemidos que rasgan/ el aire...

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