Marta De La Vega: la vida con razón

--¿Qué produjo su mudanza al país? --Yo llegué a Venezuela, no por haberlo buscado o tras mejores condiciones económicas o sociales, sino por haberme enamorado de un venezolano que, como los demás amigos de este país con quienes compartíamos intereses culturales, perspectivas políticas y afinidades, no encajaba con el estereotipo que hacía imaginar al venezolano como nuevo rico, vulgar, inculto y fanfarrón, prejuicio frecuente en Colombia y que nada tiene que ver con la realidad. Cuando casi terminaba los estudios de doctorado, y como no quería quedarme en Francia, con todo y que me había sumergido en la vida del país, comencé a acercarme deliberadamente a los latinos. Así conocí a Manuel Guevara, que tenía apenas diez días de haber llegado a París, y entonces cambió mi perspectiva y mi destino. Él no tuvo la oportunidad, como yo, de disfrutar cuatro años de andariega libertad: comenzamos una relación que pronto se consolidó. Yo, por cierto, tenía la certeza de un trabajo en Colombia, pero renuncié y preferí venirme a Venezuela; entre los éxitos profesionales y los logros personales, escogí estos últimos. Nos casamos en París.El alcalde de San Sulpicio, en el VI distrito, públicamente se alegró de que contribuyéramos a la integración latinoamericana.En París nació nuestro primer hijo, Andrés Manuel. Ya aquí, y con todo y que el matrimonio se truncó, siento que estoy muy consustanciada con el país y su realidad. Mi hija Laura Sofía nació aquí, por cierto, y pinta, hace cine, compone ¡y canta hermoso! Al llegar a Caracas, Miguel Án gel Burelli Rivas quien había sido embajador en Colombia dos veces y muy amigo, además, de mi tío José Gabriel De La Vega Vélez, entonces embajador de Colombia aquí me dijo muy gentil: Tú eres una de las mejores importaciones que hemos hecho.--¿Se sintió bien recibida en Venezuela? ¿Notó algún desdén hacia el gentilicio colombiano? --Al llegar a Caracas percibí cierto recelo hacia el colombiano. Eso marcó mis inicios en este país que, como dije, he asimilado como propio. Oía epítetos terribles, algunos, lamentablemente, acaso bien ganados por personas que llegaban por los caminos verdes y que eran igualmente indeseables, lamentablemente, en su país de origen.--En Francia, bebería usted en fuentes apasionantes... --Francia fue para mí una avalancha incontenible de conocimientos y estímulos. Y un poner en entredicho los dogmas. En mi primer año de postgrado, quien dirigía mi tesis de maestría, comenzó su discurso de...

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