Jóvenes y masacres
En un reciente editorial del prestigioso
diario francés Le Monde, en el cual se
hace referencia a las manifestaciones
que desde hace más de un mes se vienen
sucediendo a todo lo largo y ancho de nuestra
geografía con resultado de más de 20 muertos,
centenares de heridos y más de un millar de
detenidos, se define al régimen venezolano como
un “coctel socio-nacionalista inspirado en el
ejemplo cubano, unido a un antiimperialismo
militante que saca sus fuerzas de un viejo fondo
revolucionario latinoamericano”. De esta mezcla
ha surgido una verdadera pesadilla conocida
como chavismo.
En ese fondo quizás estaban depositadas las
honestas pero equivocadas propuestas de Salvador
Allende y de la Unidad Popular. Pero ese
presidente jamás ordenó torturas, encarcelamientos
o asesinatos contra el estudiantado
chileno.
Allende, primera figura de la izquierda chilena,
fue dirigente estudiantil y hasta pagó con
su expulsión de la universidad su lucha contra
las injusticias. Consideraba que los estudiantes
debían dedicarle más tiempo a los libros que al
trabajo revolucionario.
En ese sentido era conservador, pero no lo suficiente
como para reprimirlos con la crueldad
que exhiben sus sedicentes admiradores como
Maduro y la comandita de civiles y militares,
que, sin necesidad de una guillotina, han implantado
un reino de terror sin precedentes en
la moderna historia de Venezuela.
Sin necesidad de una guillotina, pues el uso de
un instrumento semejante supondría la instauración
de la pena capital (lo que está reñido con la
Constitución y todos los tratados internacionales
firmados por Venezuela al respecto), Maduro no
impide que la pretoriana guardia nacional y los
colectivos armados a las órdenes del gobierno la
apliquen extrajudicialmente y por vía sumarial.
Si evocamos al mandatario chileno es porque
a pesar de los desmanes del MIR y de las brigadas
comunistas “Ramona Parra”, la verdad es
que en el país sureño no se produjo nada parecido
a lo que aconteció, por ejemplo, el 2 de
octubre de1968 en México, cuando los paramilitares
del Batallón Olimpia, e integrantes del
ejército masacraron a centenares de estudiantes
en la plaza de Tlatelolco.
O lo que, en 1989, en la plaza de Tian’anmen
(Pekín), donde el Ejército Popular del régimen
comunista, con tanques y tropas de infantería
dispararon contra los ciudadanos que allí protestaban
por los mismos motivos que los venezolanos
lo hacemos aquí y ahora: la escasez, la
corrupción, la falta de libertad, la censura...
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