¿Mercosur o Hispanoamérica?

El mundo unipolar de los noventa ha desaparecido. Vamos hacia grandes y múltiples polos actuando en marcos multilaterales. Quien se halle articulado a un polo falto de organicidad no tendrá consistencia ni pegada. Quien se encuentre desarticulado tendrá que correr los riesgos que implica ser un enano en medio de gigantes. Quien esté adscrito a un polo adecuado a su cuerpo histórico-cultural encontrará la fortaleza necesaria para un intercambio óptimo con el mundo. ¿Cuál será el polo de los hispanoamericanos? ¿Uno que gravite en torno a los Estados Unidos? Aunque en plena mutación, todavía difieren demasiado de nosotros. ¿O más bien uno en torno a Brasil? No parecería óptimo: tiene otra historia, otra lengua, otros intereses. Dicho crudamente: ya juega en el patio de los grandes, donde los pequeños no deben aventurarse sin haberse previamente reagrupado para dar la talla. Sin embargo, con la salida de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones y su entrada al Mercosur, pareciera no irse hacia el reagrupamiento de los semejantes, sino hacia una hegemonía brasileña en América del Sur. Errado camino. Debemos insistir en la creación de nuestro propio polo. Las bases del polo hispanoamericano Cultura y lengua comunes son las bases de nuestro polo. Dos descodificadores esenciales de sentido, dos generadores de cohesión, pertinentes en lo que nos ocupa, por ser las bases de la especificidad y la escala suficientes. La puesta en sinergia de sus elementos obrará maravillas. En efecto, en nuestra actual condición de archipiélago, la economía hispanoamericana es la quinta mundial... ¿Qué lugar ocuparía dispuesta en un todo orgánico constituido por 360 millones de personas asentados sobre un vastísimo y contiguo territorio Âprácticamente 12 millones de kilómetros cuadrados con todo tipo de climas y recursos, distribuido en pocos husos horarios y que, por sus amplísimas fachadas, tanto al Atlántico como al Pacífico, se abre al mundo a plenitud a la par que limita con dos polos fundamentales, Brasil y EE.UU.? ¿Qué potencial reservaría este mercado interno para fortalecernos hacia adentro y catapultarnos hacia el orbe entero? Pensemos en cómo la base lingüística hispanohablante ha sido clave para que nuestra literatura sea una de rango mundial. Imaginemos entonces esa base operando en todos los órdenes. ¿Cuántos frutos plenos nos depararía, cuántas razones tangibles de orgullo pondría ante nosotros? Entraríamos en una fase de círculos virtuosos, de...

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