Michelle Pfeiffer El divino encanto de los 50

A los 52 años de edad, Michelle Pfeiffer es la mejor motivación para cualquier mujer que le tenga miedo al paso del tiempo. El brillo de sus enormes ojos azules está intacto y la belleza que captan las cámaras es aún mayor cuando se le ve en persona. La edad del deseo la devuelve a la gran pantalla, en la que luce espléndida y radiante.

--¿Hasta qué punto le preocupa su edad? En la película dice algo así como una vez que pruebas la juventud, nunca te cansas de ella.

--En verdad la frase en la película termina diciendo siempre quieres volver por más.

Pero si crees que puedas sentirte liberado a los 40 años de edad, espera cumplir los 50. A mí me sorprendió, pues lo que uno anticipa siempre es peor que la realidad. Cuando llega el momento te das cuenta de que todo está bien. Si hay algo que descubres es el agradecimiento por lo que se tiene y que es una bendición. Es mucho mejor que cualquier otra alternativa.

--¿El sabor del éxito es el mismo? ¿Siente que en Hollywood no permiten que los actores crezcan? --Sí te dejan crecer en Hollywood. Algunos de nosotros todavía seguimos trabajando y ya me ves como ejemplo. Siempre voy a seguir actuando, pero también es verdad que a medida que crecemos escasean los papeles, pero es por falta de buenas ofertas. El cine es un negocio y en estos tiempos se invierte menos en películas dramáticas porque resulta más riesgoso.

--¿Suele quedarse con algún recuerdo después de los rodajes? --Me quedo con todo lo que me permiten. Muchos de los vestidos antiguos se tienen que devolver porque son alquilados.

No tengo grandes archivos de todas mis películas, aunque debería.

--¿Qué otros trajes tiene guardados? ¿El de Gatúbela, por ejemplo? --Ese no me lo quedé y ahora me arrepiento. Es el que más me hubiera gustado guardar, pero odiaba tanto usarlo que el día que terminamos la película no lo quise ver más. Prácticamente lo quemamos, lo cortamos por todos lados y yo estaba feliz... Había millones de trajes porque se rompían con mucha facilidad y tenía que botarlos para ponerme otro. No quería ni verlos, pero ahora me doy cuenta de que me hubiera gustado quedarme con alguno; al menos tengo el látigo.

--¿Es mucho más útil? --Lo saco de vez en cuando con mis hijos risas.

¿Sus hijos hoy son sus mejores admiradores? --Los llevo siempre al estudio.

Los dos están en una edad en la que les interesa un poco más el cine. A lo mejor mi hija, que ya tiene 16 años, disfruta más el proceso. Es divertido incluirlos para no estar tan...

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