El milagro del rugby una historia de reconciliación

Cuando aquel sábado de diciembre el oficial de seguridad, uno de los 28 hombres a las órdenes del expolicía Jimin Pérez, acudió a apagar un incendio en los límites de la hacienda, ni en sueños pudo haber imaginado que la brutal paliza que estaba a punto de recibir desencadenaría una sucesión de acontecimientos que iban a cambiar el destino de aquel valle y de sus habitantes. Encontró el fuego, pero también una emboscada. Tres asaltantes se abalanzaron sobre él, le desarmaron y lo golpearon hasta casi matarlo.Corría el año 2003, el presi dente Hugo Chávez cumplía su quinto año en el poder.Aquella no era la primera invasión que sufría la hacienda Santa Teresa, 3.000 hectáreas con 200 años de historia enclavadas en un exuberante valle, dedicadas principalmente a la plantación de caña de azúcar para elaborar ron. Las bandas juveniles controlaban los barrios del municipio de Revenga, que se encaraman caóticos a los empinados cerros que rodean la hacienda. La tasa de homicidios en el municipio en los primeros años del nuevo siglo rondaba los 114 por cada 100.000 habitantes al año, el doble de la media en Venezuela.Alberto Vollmer, de 44 años de edad, presidente de Ron Santa Teresa y dueño de la hacienda, fue informado del asalto aquella misma tarde.Lo primero que piensas es en llamar a la policía, recuerda, pero la policía es tan corrupta que no sabes a qué atenerte. Decidí decirle a Jimin, mi jefe de seguridad, que se pusiera a buscarlos. Jimin Pérez, un hombre corpulento y socarrón, conocedor de los códigos del hampa, que lleva 20 años al servicio de Vollmer, emprendió la caza y en pocos días ya tenía una presa. Llamó a su jefe:

Ingeniero, tengo a uno de ellos. Solo nos queda joderlo. Alberto le ordenó que lo en tregara a la policía. Jimin lo hizo y resultó que la policía llevaba tiempo buscando al chico, un miembro de la banda de la Placita. Lo metieron en un jeep, pero lo colocaron acostado. Luego de pensarlo Jimin intervino por su libertad. Negoció con los policías y llevó al joven a la hacienda.Alberto le pidió a Jimin que le quitase las esposas para poder tener con él una conversación de caballeros. El patrón se interesó por los argumentos del asaltante y le expuso los suyos.Le dijo: Tengo dos opciones.Una es la legal, la que quisimos hacer antes. Y la otra es más creativa: te ofrezco trabajar tres meses en la hacienda para pagar tu culpa, y nosotros te damos comida y alojamiento.El joven aceptó la solución creativa y empezó a trabajar.A...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR