Los militares nos quieren poner a bailar el piquirico

El desfile militar del 5 de Julio no dejó dudas. Las Fuerzas Armadas son un partido político. Los soldados marcharon al son de la palabra socialismo y la hacían retumbar con el ruido de las botas sobre el pavimento. Algo aterrador. Los discursos de las ceremonias de graduación de los 500 tenientes de la Promoción Bicentenario reiteraron la militancia política de los militares. El cadete que llevó la palabra fue explícito y enfático: Esta es una revolución armada. Estos episodios se añaden a las amenazas de guerra que se traducen en el llamado a no olvidar la lucha armada, con la correspondiente cita anacrónica del Che Guevara. Cuando oigo las amenazas de guerra civil pienso en la destrucción y el vejamen, en la estupidez humana. Pienso en el baile de Boves que describió el regente Heredia. El terrible asturiano reunió a las mujeres de Valencia y con un látigo en la mano las hacía danzar el piquirico. Sus soldados, afuera, lanceaban a los hombres como si fueran toros. A una señal de Boves, lanceaban después a las mujeres. Cuando oigo las amenazas de lucha armada pienso en el comandante Pedro Carujo, con una pistola en cada mano, increpando al presidente Vargas. Pienso en el mayor que hizo preso al presidente Gallegos en su modesta casa de Altamira. Pienso en los sargentos que detuvieron al presidente Gual. Cuando pienso en la guerra ci vil pienso en el general Manuel Piar mandado a fusilar por Bolívar. Pienso en Bolívar atormentado por aquella muerte. Pienso en el general Matías Salazar fusilado por Guzmán Blanco, pero también en el tormento que lo persiguió por el crimen. Pienso en el general Antonio Paredes fusilado por Cipriano Castro, y en Castro que lo sobrevivió para cargarlo como una sombra fantasmal. Piar fue amigo de Bolívar. Salazar fue compadre de Guzmán. Paredes y Castro fueron enemigos jurados y aquí hay una diferencia. Cuando oigo las amenazas de guerra civil pienso inevitablemente en el siglo XIX venezolano, el siglo de las guerras devastadoras que arruinaron la economía y cubrieron de sangre y muerte el mapa de Venezuela. Pienso en el siglo en que cada caudillo se sentía impulsado a hacer la guerra porque no tenía otra cosa en la cabeza. Pienso en la Revolución fe deral y los cientos de miles de muertos. En la historia de un siglo que en total no conoció veinte años de paz. Pienso en un dictador llamado Juan Vicente Gómez, a quien los venezolanos se le rindieron porque supuestamente había acabado con las guerras civiles, y el...

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