De mixturas y posibilidades

Entre la avenida Victoria y las calles en torno a ella hay armonía. Eso quizás tenga que ver con los modos urbanos de la época de su desarrollo años cuarenta y cincuenta, que alentaban una ciudad de mixturas, menos fragmentada que la actual. En buena medida, esa armonía viene dada por una trama arquitectónica obra de desconocidos constructores, en su mayoría inmigrantes en la que resaltan edificios de baja altura con atractivos elementos decorativos y locales que permiten el comercio de proximidad, por lo que es fácil tropezarse a cada momento con abastos, cafés, terrazas o peluquerías que hacen grato transitar por las calles. A esa identidad se añaden es pacios en los que sobresalen las casas o los galpones y edificios industriales que crean momentos que sintetizan y profundizan la diversidad de usos que caracteriza a la zona. Las calles que caminamos son muestra de esa mixtura de origen residencial, comercial e industrial, que se fue instalando progresivamente, pero también otra en proceso que tiene acento social. La calle Chile, que se extien de en una suave pendiente en forma de L al norte de la avenida, tiene un paisaje en el que se suman la construcción que realiza la Gran Misión Vivienda Venezuela en un gigantesco terreno que se mantuvo baldío por muchos años, una estación de gasolina casi en desuso, el edificio industrial Domus, que va subiendo a lo largo de casi toda la cuadra, y unas dependencias del Ipasme que ocupan una exagerada cantidad de metros cuadrados. Sin embargo, esas presencias muestran poca actividad, al menos a media mañana. El pulso vivencial viene dado por los talleres mecánicos, una cantidad inusual de camioneros que estacionan en la zona y un tarantín que sirve comida. Son ellos los que...

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