Molesto, luego existo

Estaba apaciblemente sentado en la terraza del café en el que suelo concluir mis jornadas de trabajo, lectura y sesteo con el grupo de amigos marroquíes que frecuento cuando se aproximó a mi mesa un joven de aspecto agradable vestido a la moda. Me dijo que era colombiano, pero vivía en Madrid. Preguntó si podía dedicarle unos minutos y asentí. ¿Sabe usted que moles ta? Âme dijo de entrada, tras tomar asiento entre mis compañeros. ¿Molesto? ¿A quién? ¿Se re fiere a los católicos de la FAES por mis artículos satíricos sobre la vista del Papa? ÂNo sólo a ellos, a muchí simos más. Sobre todo en el gremio de sus compañeros de pluma, periodistas. ÂLo lamento. ÂDicen que es usted... Bueno, raro. Me contaron que es engreído, esquinado, que no mantiene trato con sus colegas. ÂViviendo donde vivo sería di fícil. No paso por Madrid más de dos o tres días al año. ÂTambién le reprochan no in teresarse por los demás. ÂPor esos pagos resulta im posible estar al tanto de la vida literaria y de las novedades del mundo editorial. ¡Mil libros al año! ÂLe entiendo, pero insisten en que sólo se ocupa de un puñado de escritores y desdeña a los demás. ÂNo desprecio a nadie. El tiempo de que dispongo a mi edad es breve y dejo de leer lo que al cabo de unas páginas de unos versos en el campo de la poesía no me interesa. Con la experiencia y los años he pasado de lector a relector. ÂHe oído decir también que chismorrea de sus compañe ros de pluma. ¿Cómo podría hacerlo si no sé lo que es Internet y los amigos que usted ve no hablan español y no tienen la menor idea de quiénes son? Eso sería tan absurdo como prohibir lo que no existe. ÂTambién le reprochan su burla de los premios, pese a que ha recibido algunos. ÂSerá porque dije una vez que si me conceden un premio dudo de mí mismo y si me declaran persona no grata sé que tengo razón. ÂPues yo le oí en la tele califi car de desgracia el Premio Nacional de las Letras Españolas que le otorgaron. ÂMire, la palabra nacional me repele. No soy un bien nacional y estoy en contra de todos los nacionalismos. Tan sólo rechacé un premio muy bien dotado económicamente por razones personales. ¿Puedo preguntarle cuál? ÂEl de la Fundación Gadafi hace un par de años, aunque me lo ofrecían envuelto en flores y celofán. ¿Es cierto que su relación con los fotógrafos es pésima? ÂCon algunos de ellos, sí. No me gusta que me digan cómo debo posar. Soy un escritor, no un actor de cine. ÂUn amigo me refirió que... ÂMire, le contaré...

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