Ninguna coincidencia y mala memoria

La autobiografía de Nicolae Ceausescu, un filme de Andrei Ujicä, que fue presenta do en el Festival de Cannes en 2010 fuera de la competencia, no se proyectó nunca en los cines de Venezuela, mucho menos en la Cinemateca Nacional, aquel viejo reducto para conocer ideas nuevas y viejas, exitosas y fracasadas en un desechado rincón, hediondo a humedad y a encierro de la Biblioteca Nacional. Ahora olvidado y destruido por el orín y la desidia.Ceausescu vino dos veces a Venezuela: una, finalizando el gobierno de Rafael Caldera, llena de mucho pompo y protocolo; la otra, en plena Gran Venezuela de Carlos Andrés Pérez, para regocijo de Gumersindo Rodríguez y otros socialistas edulcorada mente radicales agazapados en las filas de AD. En ambas ocasiones aparecía como una especie de gran reivindicador de los derechos del pueblo, que cada quien interpretaba como mejor le parecía a su imaginación.Jefe supremo de la repúbli ca socialista de Rumanía, como Stalin era el secretario general del Partido Comunista, Ceausescu fue formado en la escuela de la modestia comunista, que como dice el amigo Eloy Torres Román, había encontrado una realidad a la cual servir y aprovechar. Simplón y banal, sabía sonreír a las cámaras, pero era elefantiásicamente aburrido en sus discursos, alocuciones y entrevistas.En las dos veces que vino no escasearon las entrevistas exclusivas. Hasta Edgardo Decastro, el copresentador...

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