Un repollo no es un 'rechicken'

Se han vuelto tan populares como Chino y Nacho para los que sueñan pronunciar la "l" de la palabra "world" o la "h" de "who" con la misma imperceptibilidad y delicadeza con la que una mosca de mayo se desliza sobre un estanque. O más bien, son como un dúo del Chichicuilote junto a Lenny Kravitz: uno de ellos pronuncia el inglés todavía peor que Antonio Banderas en sus inicios en Hollywood (dice "Guachinton" y asegura que repollo se traduce como "rechicken") o le echa los perros a la teacher, mientras que el otro es tan exquisitamente fluido y cortés que puede llegar a erigirse como una representación intolerable del triunfo. Lo inusual es que este último (como, por otra parte, no podría ser de otra manera), el más pequeñito y rapado con el número uno de la máquina para podar el cráneo, no es sólo un simple actor de las famosísimas cuñas de televisión de Open English, sino el CEO (como dirían ahora) de la empresa y encargado de un portafolio de inversión que ya asciende a los 50 millones de dólares. Además, está casado con la teacher de la publicidad. Nacido en Caracas mientras transcurrían las semifinales del Mundial de Fútbol España 1982 e hijastro de un sociólogo cuyo desempeño en organismos internacionales le hizo pasar la infancia en lugares como Eslovenia, Perú, Estados Unidos y República Dominicana, el "calvito" (enseriémonos: Andrés) es un ingeniero de producto egresado de la Universidad Simón Bolívar que en 2006 vio un nicho de mercado en todos esos hijos de vecino que no pasan de la conjugación del "I will", y fundó Open English: una academia de inglés que trabaja bajo el modelo de salón virtual (el alumno no va a un instituto a sentarse en un pupitre, sino que se conecta a Internet para comunicarse con un profesor estadounidense y recibir material audiovisual). Hoy su iniciativa se extiende a todos los países comprimidos entre Argentina y México, con una nómina de 1.000 empleados, cientos de teachers y aproximadamente 30.000 alumnos.

Un lince de los negocios. "Lo de salir en las cuñas no fue algo que diseñamos. Desde el principio estoy muy involucrado en la creación y los guiones de los comerciales de TV y buscábamos a dos actores (el que machuca el inglés en la cuña se llama Adrián Lara y sí es uno de profesión). No conseguíamos a nadie que hablara perfecto tanto el inglés como el español y lo hice yo", cuenta sin falsa modestia. "Los comerciales han funcionado tan bien que a esta altura será difícil que cambiemos a los actores. También soy la cara de la compañía para los inversores y me gusta cumplir las...

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