No escribo para espantar fantasmas ni para evitar morir

Luiz Ruffato 1961 tiene una biografía particular. Y esa hoja de vida, aunque parezca obvio, determina su escritura. En el caso de Ruffato su origen, su experiencia, sus vivencias lo llevaron a escribir. Por eso asegura que, para él, su oficio fue una opción, una elección y no un llamado o la atención a una vocación. Entonces, Ruffato escribe para intentar comprender, para registrar y para dar voz a un inmenso grupo de olvidados, marginados, silenciados. Escribe para terminar de revelar la foto familiar que conserva en su escritorio. Ruffato se dio cuenta que en la literatura de su país no se hablaba de su entorno, de su familia, de sus amigos, de su clase social. Nacido en Cataguases, Minas Gerais, en una familia de inmigrantes italianos de clase obrera, este escritor se ha dedicado a representar el universo de los trabajadores urbanos, de la clase obrera, con un estilo que va a contrapelo del impuesto por la novela burguesa. Ruffato ha publicado los libros Histórias de remorsos e rancores 1998, Os sobreviventes 2000 Eles eram muitos cavalos 2001 y la pentalogía Inferno provisório. Hace unos días le otorgaron, por unanimidad, el Premio Literario Casa de las Américas por su novela Domingos Sem Deus. El sensible veredicto del jurado quizás condensa la poética y la búsqueda del autor, en el fallo se lee que el libro retrata el día a día del proletariado brasileño, realidad poco visible en las narrativas contemporáneas. La novela presenta diversos episodios independientes que se entrelazan, formando el mosaico de un Brasil esencial, aunque olvidado. Para dar voz a los que nunca la tuvieron, Ruffato utiliza un lenguaje único, llevando al límite los patrones de la lengua normativa y creando una puntuación y un ritmo propios. Domingos... cierra la pentalogía Inferno provisório, en la cual Ruffato creó un universo ficcional, cuyo desarrollo estético y ético lo coloca entre los grandes nombres de la literatura brasileña. Para la FIL Guadalajara Ruffa to se presentó con un texto que habla de una fotografía que remite a su origen y al propósito de su escritura: En el escritorio de mi oficina en São Paulo hay un portarretratos. En él, una fotografía opaca que registra una extraña composición: en primer plano un niño, con ojos semicerrados, tristes y asustados, vistiendo una camisa corta de franela, short desaliñado, chancletas sucias. Sobre sus hombros huesudos se posan dos manos femeninas. Al lado, parte de una pernera de pantalón y una barriga, que...

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