La no excepción

No puede ser, dice la corresponsal en París. Enviada por un periódico argentino, escribe no tas de color. Es joven, á la mode. No puede ser que el cliente no tenga la razón. Que cuando pida una tabla de quesos y fiambres, le digan que no. Que si quiere quesos Francia era ingobernable, sostenía De Gaulle, porque tenía tantos quesos como días el año le traigan eso. Y si embutidos, los que quiera. Pero que mezclar en un mismo plato quesos y embutidos, no. El concepto les armo algo no existe en restaurantes, bistrós, brasseríes, se queja. Ha tropezado con la no excepción. I El comensal que cambia los componentes y estilos de un plato es un fenómeno relativamente reciente en la historia de la gastronomía occidental. A un turista u hombre de nego cios japonés, chino, coreano, hindú, turco, libanés, marroquí que suelen servir y disfrutar al mismo tiempo numerosos platos de sus fabulosas cocinas, no se le ocurre ir a Francia, Italia, España o el Caribe y desmontar lo regional para que lo adecuen a sus gustos, a lo que él conoce. Respetan, exploran, aprenden las cocinas y costumbres de los otros. Pero desde los años noventa Âcuenta un experto en turismo internacional cuando multitudes viajan con el inglés como primer idioma, algunas cosas han cambiado: la salsa industrial de tomates se ha instalado en el desayuno y la cena de todas las cadenas hoteleras. Junto con el club-sándwich, las papas fritas de bolsitas, los refrescos, las...

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